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Alberto Moyano

El jukebox

Tartamudez y ventriloquía en la resolución de conflictos

Teniendo en cuenta que sólo han pasado cinco días desde que ETA difundió su último comunicado -fechado dos días antes- y que desde entonces ya han hablado todos los actores sociales y agentes políticos, la pregunta es: ¿está Euskadi en condiciones de soportar la inminencia de un nuevo ‘agiri’?


La respuesta correcta es “no” y, sin embargo, habrá que ponerse en lo peor. La Izquierda Abertzale y ETA parecen haber establecido la típica relación entre ventrílocuo y muñeco, en la que cada una de las partes pugna por introducirle el brazo por detrás a la otra. Así, si una dice “verificable”, la otra traduce como “irreversible”.


La ansiedad social se dispara cuando, para colmo de males, la organización armada parece aquejada de una suerte de tartamudez, de forma que le cuesta horrores arrancarse a hablar y cuando por fin lo consigue, amenaza con hacerlo a trompicones, a base de sucesivos comunicados, cada uno de los cuales completaría y a la vez matizaría el anterior, con lo cual, nunca terminamos de saber en qué momento una enunciación se puede dar por completa y acabada.


No obstante, el aspecto más inquietante de un hipotético segundo comunicado en menos de una semana no estriba en la interminable tarea de descifrar término a término qué se ha dicho y qué se ha querido decir, sino en atender a las didácticas aclaraciones interpretativas del ministro Rubalcaba, un género que no consiste en resolver tus dudas, sino en convencerte de que éstas no pueden existir porque serían ilegítimas.


De hecho, es posible que efectivamente la sociedad vasca pueda soportar otro comunicado de ETA, pero personalmente me confieso incapaz de acometer una nueva andanada dialéctica del ministro del Interior, dado que cada una de ellas tiene la facultad de hacerte sentir aún más tonto de lo que ya realmente eres.


Si Felipe González se dedicaba a ser un encantador de serpientes, Rubalcaba se limita a anestesiarlas. La diferencia entre ambos es la misma que la existente entre un seductor y un violador que te inocula ‘la droga del sueño’ a base de besos.


La sola hipótesis de tener que afrontar otra sesión de hipnosis colectiva destinada a iluminar las mentes más retardaditas de la clase se antoja insoportable a partir de cierta edad. En cuanto al formato, da lo mismo que sea en rueda de prensa o en entrevista individual. La sesión siempre concluye con el bochornoso espectáculo de ver a la prensa en duermevela, a medio camino entre el solazamiento y el arrobo, e incapaz de articular alguna frase que no sea “¡pero qué bien se explica este hombre!”.


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