La desconfianza que el ciudadano exhibe en todas las encuestas hacia la clase política no es la consecuencia de la inmoralidad y corrupción de esta última, sino de la constatación de que alberga las mismas mezquindades que cada uno de nosotros.

En nuestra imaginación, somos individuos que siempre vemos los documentales de La 2 -hasta que encendemos el televisor-, estamos a favor del pequeño comercio -hasta que salimos de compras por las grandes superficies-, nos oponemos a la explotación del hombre por el hombre -salvo en lo referente a nuestro servicio doméstico- y rechazamos la corrupción -hasta que toca hacer la Declaración de la Renta-.

Los políticos, hijos del sufragio universal, no mejoran nuestras prestaciones éticas, sino que se limitan a emularlas, de ahí nuestra profunda decepción. Comprobar día a día como sacrifican sus principios en el altar de nuestros intereses nos lleva a preguntarnos cómo es posible que estas gentes sean nuestros legítimos representantes.

Por todo esto, Patxi López y una delegación empresarial se encuentran ahora en Emiratos Árabes Unidos, en donde les falta tiempo para cerrar negocios con algunos de los mejores sátrapas de la zona y al amparo de un sistema político que convierte a todo a, por lo menos, la mitad de la población -las mujeres- en territorios ocupados. La corrala del pensamiento batukada tampoco gran cosa que decir al respecto, otro asunto sería si el viaje fuera a Israel.

Tampoco es que López haya inventado nada. Todos sus predecesores encabezaron viajes de negocios a países infames, de donde nuestros mejores emprendedores suelen regresar repitiendo eso de que “en chino, se utiliza la misma palabra para designar crisis y oportunidad”. El que se aplique con más convicción a la tarea será elegido en breve empresario vasco del año.

PatxiLó rehusó jurar el cargo de lehendakari bajo la fórmula de “humillado ante dios” porque necesitaba reservar toda su pleitesía para los mercados y las economías emergentes.

Apenas lleva veinticuatro horas en Abu Dabi y ya hemos tenido oportunidad de contemplar su asombro ante “el perfecto conocimiento de lo que es Euskadi y de lo que es España” que tiene un tal Khaldoon Khalifa A Mubarak, a la sazón, presidente del Mubadala, la companía de inversiones del Gobierno de Abu Dabi, cosa que o delata una mentira inmisericorde o la gran cantidad de tiempo libre que tiene el citado ‘friki’.

Al fin y al cabo, educar en valores consiste en enseñar aplicadamente su escala ya que también entre éstos hay clases que, por sintetizar, se resumen en tres: los irrenunciables, los ornamentales y los negociables, todos ellos a la venta llegado el caso, aunque lógicamente a distintos precios.