“Compañeros y compañeras,

Lo primero de todo, agradeceros que hayáis prescindido de los gritos de ‘¡presidente! ¡presidente!’ pese a que sé que me véis como tal, así como que me hayáis ahorrado los rigores del repertorio de Amaral porque, además, no es del todo exacto que sin mí no seáis nada. Algo seríais, aunque sin duda nada excesivamente importante.

El caso es que me congratula enormemente comprobar que no hace faltar recordaros que ahora lo más importante son los comicios del 22-M, una fecha en la que nos aguarda un importante descalabro electoral, y que después de ese día, tocará hablar de las primarias.

Y digo que debemos centrarnos en las municipales y autonómicas porque el batacazo que cosecharemos resultará cuanto menos clarificador, ya que ayudará a descartar a algunos compañeros y compañeras que, sin duda, lo han dado todo por el partido, pero que podrían albergar la tentación de aspirar a misiones más altas para las que, sin duda, no están cualificados.

Tenemos que atravesar el engorroso trámite de someternos al veredicto de los ciudadanos. Serán severos con nosotros porque si han aprendido en estos ocho años es que nuestro valor a la hora de colocar los intereses del país por encima de los nuestros propios es tan sólo comparable a nuestra determinación a primar los de nuestros dirigentes por encima de todos los demás. Por eso os digo que aún no toca hablar de quién sucederá a nuestro presidente de cuerpo presente, gracias a cuya magnífica labor nos encontramos en vísperas de un varapalo histórico.

Cuando llegue el momento, yo seré el primero en recordaros que necesitamos a alguien forjado en mil y un mítines tan absurdos como éste, alguien que haya empezado desde abajo, acostumbrado a pegar sus carteles encima de los de los otros partidos, alguien en contacto con las insoportables bases y cuya abnegación le haya llevado a perpetrar todo tipo de chanchullos en materia de autofinanciación. En definitiva, alguien como yo.

Por eso, llegado el momento, os pediré que os olvidéis de esos tipejos despreciables que, al amparo de Amaral, medran en nuestras filas o de esas compañeras que, apelando a su condición de mujer y espoleadas por una ambición política insaciable, pretenden abandonar sus actuales responsabilidades al frente de cuantas guerras presentes y futuras habremos de vernos implicados por mor de nuestras inconfesables alianzas internacionales.

Además, decir que España está perfectamente preparada para tener una mujer al frente de su gobierno es una patraña conservadora. Hace años que, gracias a la lucha desinteresada de tanto progresista anónimo, este país dejó atrás ese reto. Lo que España necesita ahora es un líder transexual. Por eso, compañeros y compañeras -y con esto voy concluyendo mi intervención-, os pediría que cuando la próxima vez que nos veamos me recibáis al grito de ‘¡presidenta! ¡presidenta!’.

Ahora, debo dejaros. El quirófano me aguarda. Recordad que lo verdaderamente importante no soy yo, al menos, por ahora. Lo que de verdad cuenta son las elecciones. Debemos volcarnos en ellas con todas nuestras fuerzas. Recordadlo cuando el próximo 22 de mayo estéis en la playa ejerciendo vuestro derecho democrático a la abstención”.

“Un abrazo, compañeros y compañeras, nos vemos en La Moncloa. Os prometo que no permitiré que el poder me cambie porque, de hecho, siempre he sido tal cual me veis.”