Extracto de la declaración prestada por el caballero S. B. en comisaría:
“… Y la verdad es que si pagué 60.000 euros a una menor con labios de Firestone antideslizantes no fue en compensación por sus extraordinarias prestaciones sexuales -que ya digo que no tuve oportunidad de catar-, sino precisamente con el objetivo contrario: evitar que cayera en el paraíso de la prostitución de lujo. Se dirá que con semejante cantidad estaba reventando las leyes de la oferta y la demanda en la rama industrial del sexo de pago, pero en rigor, se trata de una práctica plenamente aceptada por los mercados.
Diré más: es absolutamente cierto que mantuve relaciones sexuales completas con una cantidad ingente de ‘velinas’, pero a continuación debo añadir que en todos los casos evité escrupulosamente abonarles cantidad económica alguna. Y lo hice con idéntico ánimo: evitar por todos los medios que se acostumbraran al dinero fácil y acabaran ejerciendo de trotonas en Vía Venetto. Además, por nada el mundo hubiera permitido que algo tan bonito como eso que habíamos conseguido crear -llámenlo si así lo desean bunga-bunga- se estropeara por culpa de una vulgar transacción financiera.
Y siempre dentro de la misma lógica implacable, debo añadir que si en algún momento aparecieran indicios de que soborné a periodistas -cosa que niego rotundamente siguiendo los consejos de mis abogados-, hubiera sido únicamente animado por el hecho de que si esa recua de farsantes va a llenar de mentiras sus periódicos, al menos, que lo hagan por una buena causa.
En cuanto a las sospechas de que realicé pagos a miembros de la magistratura -extremo que aún está muy lejos de ser demostrado-, hubiese sido desde el convencimiento de que ya que los jueces se van a equivocar clamorosamente en sus veredictos, que al menos puedan regalarles algún detalle a su señoras.
En resumidas cuentas, señores agentes, señor fiscal, que niego todos los cargos que se me imputan, que defiendo mi honorabilidad y que nunca he pagado por copular con una mujer, a mi entender, el ser supremo de la creación. Y por inverosímil que parezca, añado un detalle que a ustedes les puede parecer anecdótico, pero que a mí se me antoja harto significativo en lo que se refiere a los niveles de desintegración moral que ha alcanzado nuestra sociedad: jamás he recibido oferta económica alguna a cambio de mis favores sexuales.
Dicho lo cual, debo abandonarles porque parto presto hacia mi nueva villa en Cerdeña -¡qué nombre tan evocador!-, en donde esta noche disfrutaré de una fiesta de disfraces nudistas. Así, que ya saben, si gustan…”