1) España es un país dividido en dos por minucias -tales como si Bildu debe estar presente o no en las elecciones-, pero unido en lo fundamental: la certeza de que el Poder Judicial es una franquicia del Legislativo. Para anticiparse a la resolución de un tribunal, basta con recontar el número de magistrados con los que cuenta cada uno de los dos partidos “con vocación de gobernar”. Tránsfuga arriba, tránsfuga abajo, el resultado siempre acaba siendo un clon. Hay empresas que mantienen una mayor independencia incluso después de fusionarse en Bolsa. Más penoso resulta aún cuando idéntico comportamiento se traslada a los medios de comunicación.

2) La resolución que anoche aprobó el TC permitirá que el PNV continúe propinando raciones de desfibrilador al cadáver de ZP sin levantar excesivas sospechas. En cuanto a los partidos que defienden que vivimos en un estado de derecho basado en la división de poderes, ya han anunciado que la culpa de todo es del PSOE. UPyD, en concreto, no volverá a prestar su innecesario apoyo a Patxi López, aunque aún debe aclarar si también renegará al ordenamiento jurídico.

3) La Ley de Partidos era una anomalía judicial por cuanto suponía que una ley de rango inferior modificaba a otra de rango superior -La Constitución-, que no contempla restricción alguna en materia de representación política. Ocho años después de su aprobación, hoy es el día en el que la Izquierda Abertzale no ha dejado de estar presente en al menos una institución ni un sólo minuto.

4) La premisa de que hemos vivido una encrucijada histórica en la que los tribunales debían decidir si ETA estaba o no presente en estas elecciones resulta una falacia. Los comicios tan sólo permtirán que Bildu se recuente a sí misma en términos de votos concretos. La reforma de la Ley de Partidos aprobada el pasado 28 de enero supone que cuanto electo ampare cualquier acto violento se audodestruirá como tal en el momento en el que éste se produzca.

5) Se supone que las Fuerzas de Seguridad del Estado se gastan un dineral en perforar, no ya a la Izquierda Abertzale, sino incluso a organizaciones tan clandestinas como ETA. Por eso, resulta inadmisible que defiendan con ardor que Bildu trabaja a las órdenes de la organización terrorista y a continuación presenten unos indicios sonrojantes. En cuanto a los defectos de traducción de documentos en euskera, demuestran que en materia de colaboracion con la Ertzaintza aún les queda mucho camino por recorrer. 

6) Todo esto coloca a ETA en la misma situación complicadilla que el soldado que ha pisado una mina que estallará en el momento en el que levante el pie del detonador. Una vezETA ya no puede matar y morir por la patria; tendrá que conformarse con dar la vida por Bildu.