TeleDonosti reunió anoche a los candidatos a diputado general de Gipuzkoa Miguel Buen (PSE), Markel Olano (PNV), Martin Garitano (Bildu) y Juan Carlos Cano (PP) para que debatieran. Y contra todo pronóstico, lo hicieron.

Hubo un tiempo en el que la Izquierda Abertzale atribuía la subida del precio de la barra del pan a la irresponsabilidad del Gobierno en las conversaciones de Argel. Veintitantos años después, su discurso se suma al de todos aquéllos que sólo quieren hablar de “los problemas que realmente preocupan al ciudadano de a pie”.

El debate arrancó marcado por la desatada cordialidad del candidato de Bildu, cuyo exacerbado jatorrismo descolocó a algunos y exasperó a otros. Durante toda la noche, derrochó muestras de afecto hacia todos sus rivales, siendo el que estaba sentado más próximo, Miguel Buen, su principal víctima. Baste decir que se tiró todo el debate agarrando el brazo del candidato socialista en lo que parecía un sincero cariño personal: “Mira, Miguel, reconoce que…” “hombre, Miguel, me admitirás que…”.

El candidato del PP, que tampoco se libró de ser tildado familiarmente de ‘Juan Carlos’ en repetidas ocasiones, hizo un amago de rebelarse contra esa extraña situación y estuvo al borde de soltar algún exabrupto, tipo: “Garitano, no me esperaba esto de ti”.

En cuanto al contenido en sí de la charla, sirvió para reiterar que incineradora, puerto exterior, Metro donostiarra y ampliación del aeropuerto cuentan con el apoyo de PNV, PSE y PP, y el rechazo de Bildu. Por lo demás, los candidatos se sinceraron al explicar en qué consiste ‘democracia real’ de la verdadera.

Así, el PSE acusó a Olano de ausencia de gestión, pero justificó el apoyo prestado a sus presupuestos como un ejercicio de responsabilidad. El PP descalificó a los socialistas, pero su sentido de país les obliga a respaldarle en el Gobierno Vasco. En cuanto a Olano, calificó repetidamente de “nefasta” la política económica de Zapatero, pero aclaró que el PNV le dará sus votos en el Parlamento porque lo contrario obligaría a adelantar las elecciones, lo cual perjudicaría el proceso de pacificación.

En resumen, llegadas las elecciones, cada candidato considera a sus rivales unos ineptos a los que, una vez cerradas las urnas, ayudará a poner en marcha su catastrófico programa político, desde el altruismo, la responsabilidad democrática y, en definitiva, el amor al país.

Cuando el debate concluyó, la sensación era de que Buen, Olano y Cano respiraban aliviados, conscientes de que se habían librado por los pelos de acabar cantando ‘Lepoan hartu ta segi aurrera’ del brazo de Martin Garitano. Los tres sospechan que quizás la próxima vez no tengan tanta suerte y acaben sucumbiend al clima de sana rivalidad y franca camaradería que el candidato e Bildu se esforzó pacientemente en tejer a su alrededor.