El TeleDonosti reunió anoche en su plató a miembros de las cuatro fuerzas que han obtenido representación en el Ayuntamiento donostiarra -Josu Ruiz (Bildu), Ernesto Gasco (PSE), Borja Sémper (PP) y Miren Azkarate (PNV)- para que participaran en un debate que estuvo marcado por el cese de Martín Lasarte como entrenador de la Real y por los resultados electorales de la nueva coalición, citados en riguroso orden de importancia, de mayor a menor.

Los participantes coincidieron en proclamar a los cuatro vientos lo mal que comunican los políticos sus mensajes y quizás esto fue lo más entretenido de todo. En este sentido, Josu Ruiz evidenció notables lagunas en su conocimiento de algunos temas municipales, carencias que caben atribuir bien a la premura con la que Bildu ha tenido que elaborar sus listas, bien a méritos estrictamente personales.

Por fortuna para el número dos de la candidatura bildutarra, en su rescate acudieron Miren Azkarate y Ernesto Gasco. La primera, demostrando un conocimiento de lo que es Bildu y de su programa electoral muy superior al del propio candidato de la coalición. El segundo, evitando con su incontinencia verbal que Josu Ruiz acabara autolesionándose en repetidas ocasiones con su propio discurso al interrumpirle persistentemente cada una vez que tomaba la palabra.

Sémper, por su parte, intentó sin éxito arrancar de PSE y PNV un compromiso público de que contribuirán a impedir por todos los medios que la candidatura más votada en Donostia y Gipuzkoa acabe gobernando el Ayuntamiento y la Diputación.

Todos estuvieron muy graciosos, aunque si hubiera que destacar a uno quizás éste sería Gasco, que citó los éxitos de economías emergentes como las de China y Brasil, pero que, por alguna razón, no parece que su partido haya conseguido emular ni en Vitoria, ni en Madrid.

En cualquier caso, el debate transcurrió por los cauces de la dialéctica, sin que ninguno de los representantes políticos denunciara la opresión del estado ni acusara a sus rivales de complicidad con el terrorismo. Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la ciudad, dado que hasta hace bien pocos años hubiera sido simplemente impensable juntarles en torno a una mesa de debate.

Por lo demás, los continuos recordatorios de que Martín Lasarte -un ‘gentleman’- había sido destituido fueron generándome una creciente sensación de desasosiego, de tal forma que al terminar el programa la melancolía se había instalado en mí. Y es que cada que vez que escuchó que algo malo le ha pasado a Lasarte, mi primer pensamiento es que la culpa de todo la tiene Urchueguía.