Todos los países son dueños de su boca/oreja y esclavos de sus eslóganes turísticos. En el caso del País Vasco, estos últimos siempre acaban disparándosenos en el pie.
Primero fue el celebrado ‘Euskadi, ven y cuéntalo’, un lema con el suficiente gancho como para permanecer en la memoria colectiva del pueblo a pesar de los años transcurridos. En efecto, vinieron, lo contaron y nos lo recontaron. Lástima que su promotora cambiara de opinión con el paso del tiempo y acabara acusando a quienes vinieron y lo contaron de mimetizarse excesivamente con los nativos a la hora de mirar hacia otro lado e ignorar que todo esto no pasaba de ser el gulag liberticida con el metro cuadrado de vivienda más caro de España.
Ahora le ha tocado el turno a otro gran hallazgo, ‘Euskadi, saboréala’, un lema con aroma a destino sexual que si bien ha aumentado las visitas -un 3% en Gipuzkoa, un 9% en el conjunto de Euskadi-, no ha logrado elevar las pernoctaciones del paupérrimo 1,95 días de estancia media, quizás el tiempo justo para poner en evidencia nuestra cruda realidad en esta materia.
Por otro lado, cabe poner en cuarentena el éxito del ‘saboréala’ en su vertiente gastronómica desde el momento en el que bareros, tasqueros, hosteleros y restauradores de pro coinciden en su fatídico diagnóstico de todos los años: “Sí, mucha gente, pero sin dinero en el bolsillo”. Y si los que lo tienen sólo lo permanecen durante día y medio, estamos hablando de una variante del ‘fast food’.
Para colmo, la oleada de robos en restaurantes demuestra nuestra pujanza en este sector y al hito de contar con el mayor número de ‘tres estrellas Michelin’ por habitante, podemos ahora añadir de tener entre nosotros la más afanosa banda especializada en el asalto de este tipo de establecimientos, quién sabe si revitalizando además la media de pernoctaciones, dada su dilatada actividad.
Por encima de campañas publicitarias, los especialistas explican el éxito turístico vasco en el factor que ejerce la tregua de ETA, una oportunidad irrepetible de probar la Euskadi Sin sobre lecho bildutarra. He aquí la nueva Euskal Herria 0,0, todo el sabor, nada de calorías, la misma insipidez.