A la requisitoria que el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, lanzó a Patxi López para que se comportara como lehendakari en lugar de como secretario general del PSE en la reunión de los socialistas sobre la reforma constitucional, el presidente de los vascos respondió raudo, excusando de inmediato su ausencia del encuentro.

Al hilo del advenimiento de la sociedad de la información y las nuevas tecnologías, los políticos vascos añaden un nuevo motivo de fractura a las ya tradicionales, dado que comienzan a dividirse entre quienes no van porque no les ha llegado el email con la invitación y quienes no van por problemas de agenda. (El nacionalismo institucional, con José Luis Bilbao a la cabeza, encarnaría una tercería vía, caracterizada por ir a todos los lados, al margen de invitaciones, esa fórmula meramente protocolaria).

Dicho de otra  forma, Patxi es nuestro lehendakari en el exilio, en este caso interior y más por motivos de carácter que por razones históricas. Cumplida la mitad de la legislatura, la intensidad que requiere estar volviendo todo el día amenaza con impedirle realizar otras tareas. No sería el primero al que el arte de no ir por estar regresando le fagocita todo el mandato, pero en este caso sus ausencias deben interpretarse en clave de normalización política.

Hay quien domina el arte del saber estar y hay quien imparte clases magistrales sobre cómo ausentarse, incluso estando de cuerpo presente. López se maneja con con enorme soltura en esta técnica y si no se licenció como ingeniero no fue porque suspendiera los exámenes, sino por incomparencia a los mismos.

Garaikoetxea fue inmortalizado durante sus duras negociaciones con Suárez; Ardanza, presidiendo la mesa de Ajuria Enea; e Ibarretxe, propinando al Congreso todo tipo de explicaciones sobre su plan. PatxiLo ha dejado ya dos momentos iconográficos que están pidiendo a gritos una línea de camisetas: en power balance y ensimismado para ‘Vanity Fair’. De seguir así, va a haber que perforar muy hondo en el Euskobarómetro para encontrarle.