El síndrome postvacacional se caracteriza por el desarrollo de un fuerte rechazo a reincorporarse a las rutinas laborales, con sus horarios caníbales, comidas de trabajo, condiciones de estrés y ausencia de estímulos positivos. Como quiera que el conjunto de todos estos factores pueden pasar desapercibidos por cotidianos, conviene elaborar una descripción bien precisa de los síntomas y contraindicaciones de esta dolencia, a fin de no confundirla con lo que conocemos como ‘vida normal’. Aquí van los principales, de forma que su atenta lectura nos permitan realizar un autodiagnóstico certero:
1) Tendencia a huir de la realidad: se manifiesta a través de preguntas absurdas, como “¿a qué hora juega la Real?” “¿En qué canal lo echan?”, “¿Cuándo empieza el festival?” “¿Se sabe ya qué estrellas vienen?”
2) Desórdenes en el vestuario: generalmente, se traduce en el mantenimiento de la costumbre de llevar siempre el traje de baño puesto bajo la ropa. “Es que han dicho en la radio que igual levanta por la tarde”, suele ser la respuesta más habitual del paciente a las requisitorias de su pareja para que abandone el hábito y recupere la ropa interior de combate. Si la disfunción se prolonga durante todo el otoño hasta alcanzar Santo Tomás, quizás sea el momento de recurrir a la ayuda de un especialista.
3) Gusto por la evasión mental: se caracteriza porque el sujeto empieza a sumergirse en absurdos cálculos mentales, tales como: dado un buzón de email con 8.957 correos acumulados pendientes de responder, estimar su ritmo de llegada, teniendo en cuenta que el receptor tan sólo se ha ausentado durante los 30 días de rigor establecidos en el convenio colectivo.
4) Abolición de las dimensiones espacio/tiempo: al encender el ordenador, se pone en marcha toda una serie de mecanismos mentales que, en el caso de individuos afectados por la patología, suele traducirse en disquisiciones en torno a en qué punto de la piscina o de la playa se encontraba hace exactamente ocho días. A veces, se desarrolla una variable, basada en el cálculo de los años de cotización que restan para jubilarse.
5) Modificación en los hábitos de consumo: ante la máquina de café, el individuo se saca un cortado y lo primero que hace es buscar en su interior la aceituna del Martini. Por la tarde, las señales empeoran: café en mano, remueve el vaso de plástico para que el caldo se oxigene, lo coloca a contraluz para observar la capa y finalmente lo cata, dirigiéndose a la máquina: “Excelente, señorita. Proceda a servirnos”, palabras que acompañará con un gesto de aprobación.
6) Problemas de adaptación locomotirz: en el autobús, el paciente suele picar el billete, a la vez que pide al conductor que le dé un asiento en pasillo, “ya que las maniobras de despegue y aterrizaje siempre me imponen un poco”.
7) La apertura Griezmann: es probable que durante las vacaciones, los jefes del sujeto en observación hayan estado siguiendo sus comentarios en las redes sociales. Conviene reunirse con ellos cuanto antes para aclararles que algunas de las expresiones vertidas, tales como “cueva de chacales”, “os va a aguantar vuestro padre” o “me piro de la empresa y que os den” fueron escritas desde la admiración y que la dictadura de los 140 caracteres impidieron desarrollar en toda su extensión estas ideas, apenas embrionarias. Y hay que rematar con un contundente “a partir de ahora, me voy a dedicar a hablar sólo en el campo”. Siempre cabe la posibilidad de que el jefe de personal zanje el encuentro con un “o en la playa, donde guste, porque desde el pasado día 15 está usted despedido”.