Como resulta dificil determinar qué situación resulta más aterradora -ser víctima de una agresión sexual y que no te crean o ser acusado en falso de un intento de violación y que todo el mundo te considere culpable- habrá que atenerse a los hechos probados.
Y éstos son que la gran esperanza de la izquierda francesa para derrotar al marido de Carla Bruni era undirector del Fondo Monetario Internacional que viajaba en primera clase y se alojaba en hoteles de a 3.000 euros la noche, a los que llegaba a bordo de un Mercedes clase A tapizado en cuero.
No habían transcurrido veinticuatro horas de la detención de Strauss-Kahn y su abnegada esposa ya había transferido un millón de dólares desde su cuenta particular, por si había posibilidad de fianza. Todo esto debe ser una derivada de los mismos flujos históricos que llevaron al ex mnistro socialista de Cultura Javier Solana a la Secretaría General de la OTAN para que ordenara bombardear Belgrado.
Detrás de todo gran hombre siempre hay un gran escándolo sexual. De los Kennedy a Clinton, de Assange a Michael Jackson y de Woody Allen a Polanski. Se puede continuar con el caso del directivo de la Fórmula 1 Max Mosley y concluir con los vídeos ‘porno’ hallados chez Bin Laden. El sexo es el auténtico ‘conecting people’. Por cierto, hay que ser más un loco que un pervertido para que perpetrar supuestamente un delito y a continuación buscar refugio en esas
cárceles para civiles que son los aeropuertos.
El caso reúne los suficientes ingredientes como para alumbrar una interminable bibliografía que debería satisfacer los diferentes apetitios que conforman ese abanico de estados de ánimo que llamamos “opinión pública”. Habrá teorías de la conspiración y estudios sobre la erótica del poder. Incluso regresará con fuerza la proclama de que “todos los hombres son unos cerdos”, afirmación que admite muchos matices: en la mayoría de los casos, el animal interior debe conformarse con mantenerse en estado latente.
En el caso de Strauss-Kahn, ya hay quien ha apuntado a la posibilidad de que el ejecutivo del FMI haya sido víctima de la voracidad sexual de las camareras de los hoteles con clase, quien -según el autor del artículo- no cesan de ofrecerse a cuanto huésped se pone a tiro, lo cual me lleva a sospechar que llevo toda la vida alojándome en puticlubes, dado que jamás he asistido a semejante maniobra de aproximación.
Los hombres pasan, pero las instituciones permanecen. Lo importante no son las personas, sino los proyectos. El del FMI sigue intacto. Eso sí: quizás sería conveniente que se planteara elegir a su próximo director entre alguno de sus lacayos del centro-derecha. Y si aceptar convertirse en eunuco, ya ni te digo.