Bajo un engañoso título que tan sólo busca atraer a los aficionados del Barça, el post abordará el encumbramiento de Rubalcaba como candidato a la Presidencia del Gobierno español.
Vaya por delante que la previsible designación de Alfredo Pérez supone la culminación de una tendencia única en Europa -hasta la llegada de Sarkozy- que convertía de forma automática y por arte de magia al titular de Interior en el ministro mejor valorado de cualquier Gobierno, un fenómeno del que históricamente se beneficiaron estadistas de la talla de Martín Villa, Barrionuevo, Corcuera o Mayor Oreja, por citar tan sólo a algunos ejemplos ilustrativos del dislate español.
A pesar de que Álex de la Iglesia ya retrató en ‘Acción mutante’ los innumerables inconvenientes que para un siamés supone vivir arrastrando el cadáver de su hermano, el PSOE ha elegido un candidato vivo para interpretar la partitura de un muerto. Aunque, por otra parte, proclamar, como ha hecho Rubalcaba, su plena identificación con todas las medidas que ha tomado Zapatero, “de la primera a la última”, revela un cierto brote esquizoide, dado el carácter errático y imprevisible de las políticas acometidas por el todavía presidente.
El Cid ganó un batalla después de muerto. Los socialistas apuestan por cambiar de caballo en plena carrera para que otro la pierda en el nombre del ZP Campeador, único presidente de Gobierno que jamás será derrotado en unos comicios.
A destacar el papelón jugado en la previa del comité federal de ayer por otro líder emergente, PatxiLo, cuya ‘power balance’ ha conseguido que el máximo órgano socialista entre congresos repase todas y cada una de las derrotas territoriales cosechadas el pasado domingo, salvo la del País Vasco, convertida en un secreto de estado.
En cuanto a Carme Chacón, simplemente, ha sido víctima del célebre lema del implacable Rubalcaba: “O votos o bombas”. La ministra de Defensa se encuentra embarcada en varios bombardeos de paz. En las fotografías, aparece con la mirada fijamente perdida en el año que viene. Todo lo que se interpone entre la actualidad y 2012 es invisible a sus ojos.