Sólo el hombre renacentista estaba adiestrado en la infinidad de disciplinas científicas que se requiere para desentrañar los misterios cotidianos de la postmodernidad. La actualidad galopa a tal ritmo que no hay erudición capaz de hacerla frente.
Cada mañana te levantas de la cama y para el segundo cigarrillo debes estar en condiciones de emitir una opinión cerrada y sin fisuras que otorgue un sentido a este mundo, lo mismo da que las bolsas se desplomen, los reactores nucleares estallen, la tierra tiemble, la prima de riesgo lo haya vuelto a hacer o las revueltas se propaguen por todo el país, lo de menos es qué país.
En lo que al día de hoy respecta, son ya las nueve horas, pero si aún no has escrito algo que incluya en una misma frase las palabras London + Calling + Burning no eres nadie. Cabe la posiblidad de que todos estemos igual de despistados, pero si no citas a The Clash corres el riesgo de que en concreto a ti se te note.
En opinión de los expertos, la vida transcurre en forma de modorra ya que todo lo que acontece era siempre algo que se veía venir, aunque para rastrear las señales inequívocas que anunciaban los disturbios británicos haya que remontarse a los tiempos de María Antonieta o extraer citas de la prensa de principios de siglo.
Somos una sociedad moderna y como tal, el cliente tiene a su disposición y en tiempo real todo tipo del conjeturas y razonamientos -también los más imaginativos- para que pueda adquirir el que mejor se ajuste a su talla y a sus posibilidades económicas. Así, desheradados de la tierra de todas las etnias, creencias religiosas y clases sociales se han coordinado a través de sus smartphones con el objetivo de pegarle fuego al comercio de la esquina. Mientras tanto, dios salve Buckingham Palace y el número 10 de Downing Street.
Los charlatanes del ‘Cuarto Milenio’ de Iker Jiménez se hubieran tomado al menos la molestia de escuchar ‘London Calling’ al revés para descubrir las profecías encriptadas. Por el contrario, los adivinos de la actualidad, mucho más perezosos, se limitan a leer en los surcos del disco las claves del futuro, eso sí, siempre de manera retrospectiva. Por lo demás, resulta paradójico que el lema ‘No future’ ocultara las claves para desentrañarlo.
No es por ser agorero, pero en cuanto pasen ‘Jimmy Jazz’ y otro par de temas llegaremos a ‘Spanish Bombs’, algo que, por otra parte, seguro que ya anunció previamente Peret. La aguja del tocadiscos considerada como una ouija. Así las cosas, me inquieta sobremanera la posibilidad de que dentro de treinta años lamentemos haber hecho oídos sordos a las explícitas advertencias de Lady Gaga.