1) No nos merecemos los políticos que tenemos: pero da igual porque son los que hemos elegidos. Personalmente, estoy convencido de que casi ninguno de nosotros nos merecemos nuestras hipotecas, sin embargo, son las que hemos firmado. Se dirá que no había otros y es obligado preguntarse por qué. Sea cual sea la respuesta, opera bajo la denominación de “principio de realidad”.
2) Los empresarios son quienes crean riqueza: la suya, se sobreentiende. Y para mantener su actividad, usurpan al poder ejecutivo la postestad de distribuirla. Así, bajo la denominación de donaciones a los partidos lo que hacen en realidad es adquirirlos en propiedad. Enlazando con el punto anterior, lo pertinente sería preguntarse si tenemos la clase empresarial que nos merecemos.
3) Rajoy no puede seguir así: no sólo puede, sino que lo hará. En las actuales condiciones, los que piden un adelanto electoral están reclamando sin saberlo una repetición de las del 20-N, acompañado de un ejercicio de prestidigitación consistente en hacer que este año no ha sucedido. En cualquier caso, volvería a ganar Rajoy en la medida en que volvería a perder Rubalcaba.
4) Si fuéramos en un país decente, el Gobierno en pleno dimitiría: cierto, pero bajando al terreno de los hechos no es posible obviar que si España fuera decente, nunca hubiese llegado a ser un país, ni éste, su gobierno.
5) Quién lo hubiera imaginado: la exclamación hunde sus raíces en la creencia de que las sedes de los partidos políticos, las campañas electorales y el sueldo de sus miles de liberados brotan de las aportaciones de los afiliados, unas cifras que en España se mueven entre las más bajas de Europa. El escándalo ciudadano
6) No todos los políticos son iguales: lo cierto es que el colectivo se divide en dos grandes grupos: los corruptos y los invidentes. Cada cual con su discapacidad, los unos consiguen la esposorización para que los otros ejecuten sus proyectos. Sin la ceguera voluntaria de los segundos no sería posible la actividad de los primeros; sin la financiación de los primeros, no podrían exhibir logro alguno los segundos.
7) Es injusto generalizar: la voluntariosa, meritoria y premeditada ignorancia de la sociedad en torno al funcionamiento real del sistema democrático no difiere en gran cosa de la de la infanta al recibir las llaves del Palacio de Pedralbes. Luego, lo que en el pueblo es indignación, en doña Cristina es disgusto, con el atenuante en el caso de esta última de que ella al menos sabe que en ningún caso correrá con los gastos.
8 ) Esto va a estallar cualquier día: aunque de cara al exterior resulta del todo inverosímil, el creyente la encuentra tan reconfortante como santiguarse por las mañanas al salir de casa y arroja más o menos idéntico resultado.
9) El desmentido: junto al chantaje, constituye el principal instrumento de funcionamiento sobre el que se levanta el sistema. Se basa en el principio de que sean cuales sean las circunstancias en las que te hayas visto sorprendido y sea cual sea tu coartada, siempre habrá un porcentaje suficiente de población que te va a creer, si fuera necesario, a ciegas.
10) A las 8, en Génova y otras citas a ciegas: junto a la redes sociales, conforma la espita por la que se evacúa el vapor que permite mantenernos en permanente cocción a fuego lento sin límite temporal. La recompensa a tan paciente tarea es una población de una infinita ternura en términos democráticos.