Alberto Moyano

Cuenta Umberto Eco en ‘Parques temáticos de arte para el turismo de
masas’ que «en Albanella, un pueblecito italiano que dista veinte
kilómetros del tempo de Paestum (siglo V antes de Xto.) y 60 del de
Velia, quieren construir –con una inversión de algo más de 1.000
millones de euros–, un Parque Arqueológico que se llamará Megale Hellas
(que quiere decir Magna Grecia). En él se erigiría un templo falso,
pero íntegro, todo él de cemento armado, revestido con mármol
travertino».
En esa línea y siempre mirando por el bien de la conservación del arte,
el autor de ‘El nombre de la rosa’ propone también la construcción de
una «Uffizylandia» en las afueras de Florencia, con reproducción
perfectas de los cuadros de la Galería de los Uffizzi, «quizá con los
colores un poco retocados, como se hace con los labios de los difuntos
en las pompas fúnebres norteamericanas».
El artículo en cuestión, cuya lectura se recomienda efectuar tras una
visita al friso de la réplica de la cueva de Ekain expuesto en
Tabacalera, explora las enormes posibilidades que abre la réplica
sistemática de obras artísticas, amenazadas por la respiración de las
masas turísticas y los flashes de las cámaras.
El futuro ya está aquí y la apuesta replicante no sólo es legítima,
sino potencialmente rentable desde el punto de vista económico, a pesar
de las exigentes inversiones iniciales. Lo único que esta opción
reclama es coherencia. Si desde el punto de vista de las instituciones
vascas, la conservación de la cueva original de Ekain justifica su
sustitución por una réplica no termina de entenderse esa insistencia en
reclamar el traslado del ‘Guernica’ de Picasso al Vizcaya, con motivo
del setenta aniversario del bombardeo. Un traslado –todo hay que
decirlo– reiteradamente negado desde el Gobierno central precisamente
por motivos de preservación de la obra, ya bastante dañada como
consencuencia de su ajetreada vida.
Y es que ante el friso de Tabacalera, uno siente la tentación de
preguntarse qué interés puede tener una falsa cueva de cartón-piedra,
decorada con las copias de unas pinturas de caballos más o menos
toscas, privado todo lo anterior de su principal valor: la emocion
intransferible del lugar y la obra originales.