Alberto Moyano
El mercado de divisas le ha birlado seis millones de euros a Miren
Azkarate. Bueno, en realidad se los ha birlado a la Consejería de
Cultura, es decir, a todos. La compra de dólares para la adquisición de
obras de arte destinadas al Museo Guggenheim de Bilbao se ha saldado
con la evaporación de mil millones de pesetas.
Resultaría demasiado fácil ensañarse con Azkarate, que ya ha reconocido
su error aunque también ha adelantado que no piensa dimitir. En
realidad, su fallo fue hacer caso de los asesores del Comité de
Finanzas del Museo bilbaíno. Los expertos en Economía, una rama del
ilusionismo, se dividen en dos: los que convierten sus opiniones en
estados de ánimo general y los que no consiguen que la realidad se
ajuste a sus predicciones.
Unos cuantos de este segundo grupo recomendaron en junio de 2002
comprar un alijo de divisas en previsión de «un debilitamiento del euro
frente al dólar a corto plazo». La evolución fue justo la contraria: el
euro se revalorizó entre un 12% y un 17% y por ahí se fueron los seis
millones.
Sin embargo, lo que acongoja es comprobar el escaso peso de las propias
convicciones a la hora de tomar decisiones. Y es que de un par de convencidos
europeístas como sin duda son Miren Azkarate y su propio partido, el
PNV, se esperaba una apuesta decidida por el fortalecimiento del euro,
una cierta resistencia frente al dólar, al margen de predicciones
económicas que, en definitiva, se han revelado tan débiles como las de
cualquier pitonisa.