La sentencia emitida ayer por la Audiencia Nacional en la que se absuelve a los autores de un artículo y una viñeta que abordaban el espinoso asunto de la muerte del oso Mitrofán durante una cacería en Rusia deja muchos cabos sueltos y obvia el punto nuclear del caso -quién mató al animal- para centrarse en un detalle baladí, en torno a la libertad de expresión. Este carpetazo supone un cierre en falso de un episodio que amenaza con lastrar por largo tiempo la impoluta imagen de la monarquía, una institución que -no lo olvidemos- salvó la democracia en la noche del 23-F. Estos son los puntos oscuros de la investigación:

* El registro efectuado en la guarida de Mitrofán por las fuerzas de seguridad permitieron la incautación de sustancias para la fabricación de licor de hierbas, una pipa de crack y varios número de ‘Jara y sedal’, lo que confirma que el oso llevaba una vida de lo más disipada. Además, la Policía no pudo dar una explicación razonable que justificara la presencia en la guarida de varios ejemplares del Zutabe, una bufanda del Real Madrid y tres escopetas que los testigos no dudaron en identificar como pertenecientes a la colección de la Zarzuela. El conjunto habla de un ser inmerso en una gran confusión mental, lo que abonaría la hipótesis del suicidio. Sin embargo, la siguiente prueba echa abajo esta teoría.

* La película Zapruder: esta cinta, grabada en el bosque el día de autos por un jubilado admirador del cine de Andrei Tarkovski, abre serias fisuras en la versión oficial: así, la grabación prueba que décimas de segundo antes de la primera detonación, el tarro de miel del que succiona Mitrofán ya había saltado por los aires. Los peritos atribuyeron el fenómeno al taladrante aliento de la fiera, pero otras hipótesis hablan de la existencia de un segundo tirador apostado en un almacén de libros próximo al bosque.

* Tras los disparos, la Policía identificó en las inmediaciones del lugar a varios ciudadanos rusos, miembros todos ellos tanto del lobby abejero como del ovejero. La voracidad de Mitrofán le había convertido en sospechoso de los continuos ataques que asolaron los panales de miel y los rebaños de ovejas en los meses previos a la cacería. Dicho de otra forma, todos ellos tenían buenas razones para desear la muerte del plantígrado.

* El principal sospechoso de ser el autor material de los disparos fue detenido apenas media hora después del incidente en el cine de un pueblo distante tres kilómetros, mientras veía una película cuyo título habrá que obviar para no caer en alguno de los casos tipificados por ley como injurias a la corona.

* A todo esto, vino a sumarse otra circunstancia extraña: un individuo español, identificado como un afamado articulista monárquico, se entregó a las autoridades rusas como autor de la muerte de Mitrofán. Según su confesión, lo hizo para evitar que el soberano español se manchara las manos en tan infame cacería. El sospechoso falleció en misteriosas circunstancias en la cárcel mientras cumplía prisión preventiva.

* En los tres años siguientes a la muerte del oso, decenas de testigos fallecieron por causas diversas. Los estadistas demostraron que las posibilidades de que tal cosa sucediera de forma accidental rondaban el 90%, dado el estado del hígado de la mayoría de ellos.

* La única posibilidad de que todo esto se aclare pasa probablemente por la desencriptación del ordenador de Mitrofán en la que los informáticos de la unidad de inteligencia rusa trabajan afanosamente desde hace años.