MI IDAHO PRIVADO
Título original: My Own Private Idaho
Año: 1991
Duración: 104 minutos
País: Estados Unidos
Director: Gus Van Sant
Guion: Gus Van Sant
Música: Bill Stafford
Fotografía: Eric Alan Edwards, John J. Campbell
Reparto: River Phoenix, Keanu Reeves, James Russo, William Richert, Rodney Harvey,Chiara Caselli, Udo Kier, Grace Zabriskie, Jim Caviezel y Tom Troupe
Productora: New Line Cinema
Género: Drama
Mike Waters y Scott Favor son dos jóvenes chaperos que se ganan la vida prostituyéndose en las calles de Portland. Mike tiene una extraña enfermedad llamada narcolepsia, que le provoca un sueño repentino y profundo en cualquier parte. (FilmAffinity)
‘Mi Idaho privado’ es de esas películas que han quedado en el subconsciente colectivo como de culto, y que han marcado a una generación. Su influencia en el cine independiente fue clave y consiguió catapultar a Gus Van Sant (‘Elephant‘) hasta el estrellato, así como a sus dos protagonistas: River Phoenix y Keanu Reeves. Phoenix engrandeció su leyenda confirmando que era uno de los actores llamados a hacer cosas más grandes, y Reeves dio el primer paso para después protagonizar infinidad de películas de acción.
La muerte a los dos años de River Phoenix es un aliciente más para ver esta pequeña gran obra. Su interpretación del chapero Mike es sobresaliente. Parece tan real y lograda que en todo momento el espectador se cuestiona si está ante una actuación o si es el propio Phoenix siendo él mismo. Su prematura muerte lo encumbró al estatus de leyenda y aquí encuentra su mejor papel en su breve pero intensa filmografía.
Junto a él está Keanu Reeves, que paradógicamente, también firma aquí su mejor actuación. Este actor, al contrario que Phoenix, es mucho más limitado como intérprete, pero aquí los astros debieron alinearse para otorgarle el don de salvar solventemente a su Scott Favor.
La película es la historia tantas veces manida de la búsqueda del hogar, de la amistad, del amor y de uno mismo. La cinta trata todos esos temas con una más que acertada contraposición de dos personajes. Mike (Phoenix) es un chapero que sufre de narcolepsia y que desea volver atrás para reencontrarse con su madre, con su pasado, para terminar de unir esas piezas que en su cabeza se encuentran rotas y que marcan inevitablemente su existencia. Al otro lado tenemos a Scott (Reeves), que se dedica a la prostitución, no como forma de supervivencia, sino como una forma de rebeldía ante su padre, el alcalde.
Mientras el espectador se apiada de Mike, lo aprecia y lo quiere abrazar para acompañarle en ese viaje que inicia, con Scott ocurre todo lo contrario. El personaje es mezquino, oscuro y la poca pizca de humanidad que tiene con Mike se termina desvaneciendo también. Se trata de un personaje capaz de vender a cualquiera con tal de lograr salirse con la suya. La ética no aparece en su vida, a excepción de pequeñas pinceladas que logra sacar de él el personaje de Phoenix.
Con una fotografía bellísima, y una banda sonora bien tratada, la película se permite las licencias artísticas que hagan falta para terminar de edificar esta “road movie” de búsqueda de uno mismo. En ese camino que se crea, es especialmente emotiva la escena en la que Mike le confiesa a Scott que está enamorado de él. La ternura con la que Phoenix afronta el momento, la fragilidad que muestra y el poco tacto con el que Scott le responde engrandecen toda la escena.
Dos actores que han quedado como imagen imborrable del cine adolescente, independiente y LGTB. Película imprescindible, especialmente para conocer a un tal River Phoenix que, si no hubiera sido por las drogas, estaría ahora, muy probablemente, entre los más grandes de Hollywood.
El final de la cinta, me permito el SPOILER, es totalmente desasosegante. Esa carretera eterna, sin rumbo y un River Phoenix tendido en el suelo. De repente dos hombres llegan y se llevan todas sus pertenencias y la cámara vuelve a alejarse hasta que llega un coche. Nunca vemos de cerca al conductor que “rescata” a River de la carretera, esperamos que sea Keanu Reeves, pero Gus Van Sant nos dejará con la duda por siempre. Que cada uno imagine lo que quiera.
Lo mejor: Un soberbio River Phoenix, absolutamente magnético.
Lo peor: El tiempo no ha tratado tan bien a la película, a pesar de haberse convertido en una cinta de culto.