LOS 400 GOLPES
Título original: Les Quatre Cents Coups (Les 400 Coups)
Año: 1959
Duración: 94 minutos
País: Francia
Dirección: François Truffaut
Guion: Marcel Moussy y François Truffaut
Música: Jean Constantin
Fotografía: Henri Decae
Reparto: Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert Rémy, Guy Decomble, Georges Flamant, Patrick Auffay y Jeanne Moreau
Productora: Les Films du Carrosse
Género: Drama
Sinopsis: Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando en su ánimo. Deseando dejar atrás todos sus problemas, sueña con conocer el mar y traza con René un plan para escaparse. (FilmAffinity)
‘Los 400 golpes’ es una de esas películas que por algún motivo han quedado en el imaginario colectivo. En este caso es el desgarrado retrato de la adolescencia problemática de François Truffaut el que conquistó a la audiencia llegando a entrar en numerosas listas de “Las mejores películas de la historia”.
Se trata de una película sencilla, de apenas hora y media y con un pequeño número de personajes. La historia que nos cuenta es la de Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), un joven parisino que vive en un entorno donde no se siente querido. El joven navega entre un hogar con una madre que se desentiende de su educación y un padrastro que tampoco está muy por su labor, sumando sus problemas conyugales, y un profesor que se la tiene jurada.
‘Los 400 golpes’ es el grito de François Truffaut pidiendo amor y atención, y digo Truffaut, porque este personaje -que retomará cuatro veces más- tiene mucho de autobiográfico. La cinta es en definitiva el grito mudo de un joven por encontrar cariño. La falta de amor a la que ha sido condenado son en definitiva esos golpes de los que habla.
Antoine no es un niño problemático que cometa fechorías, no deja de ser más que un niño que comete travesuras propias de su edad. Pero en el momento álgido de su destierro forzado, aunque en verdad nunca ha tenido tierra al que pertenecer, es cuando comete el único error de importancia. En cualquier otro caso sus padres pelearían por él, le ofrecerían un lugar, pero en este caso prefieren dejarlo en un reformatorio.
‘Los 400 golpes’ es una película contada desde los ojos de un niño que pide ayuda. Y, muy poéticamente, el deseo del joven es el símbolo más claro de libertad, el mar. Lo único que ansía es salir de esa prisión en la que le han condenado a vivir, en la que le castigan sin venir a cuento y en la que no recibe nada más que reproches, castigos y desdén. El mar, como su amigo René, son el único ancla que permite seguir al joven adelante.
Uno de los principales aciertos de Truffaut es crear una película muy vacía de elementos. Apenas cinco personajes importantes y una cámara que se posará en la mirada de un Jean-Pierre Léaud sobresaliente. Al igual que al propio Truffaut este personaje le perseguirá durante toda su carrera, porque él es Doinel.
La cinta va adquiriendo un tono cada vez más oscuro, más opresor. Nos va encerrando en este destierro de Antoine Doinel, hasta que roba la máquina de escribir y al intentar devolverla es detenido y denunciado por su padrastro. Su estancia en prisión y en el reformatorio da paso a una liberación que el espectador siente como propia. Porque durante hora y media Truffaut nos ha imbuido el espíritu del pequeño Doinel y es en este tramo final cuando la oscuridad guardada dentro se va iluminando. El joven llega al mar, por fin está ante un lugar que no conoce límites. Por fin es libre.
Lo mejor: La capacidad que tiene de sumergir al espectador en su historia.
Lo peor: Nada.