EL ACORAZADO POTEMKIN
Título original: Броненосец Потёмкин (Battleship Potemkin)
Año: 1925
Duración: 77 minutos
País: Unión Soviética
Dirección: Sergei M. Eisenstein
Guion: Sergei M. Eisenstein y Nina Agadzhanova
Música: Edmund Meisel, Nikolai Kryukov, Neil Tennant y Chris Lowe
Fotografía: Eduard Tissé y Vladimir Popov (B&W)
Reparto: Aleksandr Antonov, Vladimir Barsky, Grigori Aleksandrov, Mikhail Gomorov,Ivan Bobrov, Aleksandr Levshin y Konstantin Feldman
Productora: Goskino
Género: Drama / Bélico
Basada en hechos reales ocurridos en 1905, narra como la tripulación del acorazado Príncipe Potemkin de Táurida se cansan del tratamiento vejatorio e injusto de los oficiales. El detonante de la situación es la carne podrida que éstos quieren que los marineros se coman. Con este motín comienza el reguero revolucionario por Odesa y toda Rusia. (FilmAffinity)
Es curioso que una película propagandística de los años 20 esté considerada como una de las mejores películas jamás hechas, pero así es ‘El acorazado Potemkin’. Película de 1925, de los primeros años de la Unión Soviética. El director letón Serguéi M. Eisenstein firma una de las películas propagandísticas más célebres de todos los tiempos.
La película, en lugar de narrar una historia ficticia que ensalza los valores del régimen de turno, se basa en la fallida revolución de 1905 que ocurrió en Rusia. En aquella ocasión una serie de revueltas, altercados, alzamientos y disturbios tuvieron lugar a lo largo y ancho del Imperio Ruso. Según cuenta la historia, más de 2.000 marineros fallecieron en las revueltas ocurridas dentro del buque, originadas por el mal estado de la carne y la poca comida que se le daba a la tripulación.
Cuando los marineros del acorazado tomaron el control del buque fueron hasta Odessa, actual Ucrania, donde en principio no entraron en el conflicto que mantenían los huelguistas en aquel momento. Una vez comenzaron a disparar los ejércitos a los manifestantes se dispararon dos proyectiles contra la ópera de la ciudad, lugar donde se iba a celebrar una reunión de alto nivel entre militares zaristas. Aunque la película cuente otra cosa, ninguno de los proyectiles hizo blanco.
Lo que tampoco cuenta la película, que casualmente termina cuando los barcos destinados a interceptar al Potemkin deciden unirse a su causa y no abrir fuego (esto sí ocurrió), es que los 30 marineros supervivientes del motín vagaron en el mar Negro, de Constanza a Crimea y vuelta a Rumania, en busca de ayuda y provisiones que les fueron denegados. Al final, los 8 marineros que no fueron capturados llevaron el barco a Constanza donde pidieron asilo a las autoridades rumanas, los tripulantes del Ismaíl, una de las embarcaciones que ayudó al Potemkin, se entregaron a las autoridades de Sebastopol. El Potemkin se hundió en el fondo del puerto de Constanza para después volver a ser reflotado y empleado en diversos trabajos hasta que fuera dado de baja en 1918 y desguazado en 1923.
Creo necesario explicar esta historia ya que la película, como toda película propagandística, toma los elementos que realmente le convienen para crear su narración y épica. Es cierto que hubo una revuelta, es cierto que se tomó el control del barco, es cierto prácticamente todo lo que ocurrió en la famosa secuencia de las escaleras de Odessa, y es cierto que el resto de barcos no abrieron fuego contra el Potemkin. Ahora bien, la revolución de 1905 no resultó un éxito, dejó un reguero de muertos y únicamente sirvió como chispa que sí avivó, más de una década después, en la Revolución Rusa que, esta vez sí, triunfó.
La película, dividida en 5 partes, es muda y está contada mediante cartulinas que van intercalándose. Sería absurdo valorar el contenido del mensaje de ‘El acorazado Potemkin’ porque no hay nada que lo justifique, es propaganda pura y dura, igual que la que han hecho todos los regímenes totalitarios durante el pasado siglo. Pero si bien esto es así, su principal virtud no reside en el fondo, sino en la forma: ‘El acorazado Potemkin’ es un prodigio de la técnica y del montaje, creó escuela.
Obviando la visión tremendamente maniquea e interesada que se da de los oficiales militares, de los policías y soldados, de los cosacos, de los judíos, de los científicos y de la religión, lo del cura con aspecto de San Pedro es de risa, la película triunfa especialmente por la cuarta historia: Las escaleras de Odessa. Esta secuencia, mítica de la historia del cine, narra el pasaje que ocurre en tierra, en los aledaños del puerto de Odessa, en una larga escalera (llamada hoy escalera Potemkin) que todavía sigue en pie, siendo el mayor atractivo de la ciudad ucraniana. Mediante cientos de planos (la película cuenta con 1029 planos, una auténtica barbaridad para la época y la extensión de la cinta) se nos sumerge en el alzamiento popular contra la represión de las autoridades zaristas y cómo las fuerzas armadas del gobierno reprimen el alzamiento.
Empleando juegos de planos como los de los leones despertando (tres imágenes de estatuas de leones), planos detalle de manos, brazos, caras, objetos o miradas, o la utilización de travelling y ángulos picados y contrapicados, nos sumergimos en ese horror vivido en Odessa. A Eisenstein le da igual el raccord y le da igual que por el montaje se note que es una película, cuando en América ocurre todo lo contrario, al tratar de dejar el montaje como algo imperceptible por el espectador, aquí da igual, ya que la técnica es la que consigue que el conjunto de imágenes cobren sentido, ritmo e intensidad. Sabía Eisenstein que su película estaría determinada por su labor de montaje, que para la posteridad quedará como el gran logro de la película soviética.
Desde ‘Los Simpson’ a ‘El Padrino’, ‘El acorazado Potemkin’ ha sido homenajeado, imitado y citado en multitud de series de televisión, documentales, películas, novelas y obras. Es curioso cómo una película propagandísticas consigue traspasar la frontera de su mensaje y se queda como un hito en la historia del cine. Dicen los entendidos que hay películas técnicamente loables en la propaganda nazi, yo lo desconozco, pero la historia ha marcado a fuego la de Eisenstein.
Lo mejor: El aspecto técnico, especialmente la labor de montaje.
Lo peor: Es pura y dura propaganda.