STONEWALL
Título original: Stonewall
Año: 2015
Duración: 129 minutos
País: Estados Unidos
Dirección: Roland Emmerich
Guion: Jon Robin Baitz
Música: Rob Simonsen
Fotografía: Markus Förderer
Reparto: Jeremy Irvine, Ron Perlman, Jonathan Rhys Meyers, Joey King, Caleb Landry Jones, Matt Craven, Mark Camacho, Atticus Dean Mitchell, Nathaly Thibault, Andrea Frankle, Jonny Beauchamp y Vlad Alexis
Productora: Centropolis Entertainment, Mel’s Cite du Cinema
Género: Drama
Sinopsis: En junio de 1969, una serie de hechos desembocaron en violentos disturbios en el bar Stonewall Inn de Greenwich Village, frecuentado por gays y transexuales. Este fue el punto de partida de los movimientos que reivindican la igualdad de derechos de la población homosexual. (FilmAffinity)
‘Stonewall’ es una de estas películas masacradas por la crítica que terminan fracasando injustamente en taquilla. Se trata de una película pequeñita, con sus errores, pero no la atrocidad de la que habló la crítica en su momento.
La cinta narra el inicio del llamado orgullo gay, que comenzó con unos disturbios que tuvieron lugar en el local Stonewall de Nueva York y en sus aledaños. Se trata de unos disturbios que se produjeron tras las innumerables redadas que este local recibía. El imaginario popular también las ha relacionado con la muerte próxima a esas fechas de Judy Garland, pero sería ridiculizar algo que se llevaba gestando demasiado tiempo y que antes o después tenía que estallar. Todo esto se produce en un contexto donde las personas gays no podían trabajar para el gobierno, donde se les consideraba enfermos mentales, donde no podían reunirse o donde no podían venderles alcohol, entre otras lindezas. Un caldo de cultivo que si no explotaba entonces iba a explotar más pronto que tarde.
En ‘Stonewall’, como en muchas otras películas que nos quieren contar un hecho histórico, se centra la mirada en un personaje y se cuenta a través de sus ojos. En este caso seguimos a Danny, Jeremy Irvine, un joven de un pueblo de Indiana que llega a Nueva York después de que sus padres le echaran tras descubrir su homosexualidad. Pronto encontrará refugio en un grupo de personas LGTBI de la zona gay de Nueva York, con el que tenemos una pequeña muestra del ambiente de la zona.
El problema de ‘Stonewall’ es no acertar con el tono adecuado que requiere la historia. Intenta jugar en la misma liga de películas como ‘Milk’ o ‘Pride‘, pero sin conseguir el grado de acierto de ellas. No obstante, insisto, no es la atrocidad de la que hablaron las críticas. Se trata de una pincelada adecuada para dar a conocer de forma simple y accesible en qué consistió esa primera piedra que dio comienzo al orgullo gay. Al igual que ocurría con ‘Philadelphia’, que no contaba su historia para las personas ya concienciadas sobre la problemática del VIH y el Sida, ‘Stonewall’ no cuenta esta historia para las personas que ya están familiarizadas con lo que allí ocurrió. Se trata de una película accesible para que lo vea el público heterosexual, menos receptivo hacia este tipo de historias, y no salga corriendo. Ese público que mira por encima del hombro en una marcha del orgullo es al que intenta apelar Roland Emmerich.
Otro problema es, precisamente, su director. No pongo en cuestión el activismo y el compromiso de Emmerich con una comunidad a la que él también pertenece. Pero sí que pongo en cuestión que sea él la persona adecuada para dirigir la cinta. Un director con experiencia de sobra en películas de desastres de toda clase y condición no era la opción adecuada. Esta historia merecía ser contada, pero quizá un director menos marcado lo hubiese hecho mejor. O, al menos, no le hubieran puesto a parir como a él. Eso sí, él pagó prácticamente toda la película. Por lo que gracias.
La película en ningún caso pretende ser un fiel reflejo de lo que allí sucedió, para eso veamos documentales. ‘Stonewall’ es lo que ‘Titanic‘, salvando las enormes distancias, una forma de contar esa historia, de acercarla al público. Es cierto que se reduce la importancia que tuvo la comunidad trans, drag queen y afroamericana en lo sucedido y que todo se cuenta desde la perspectiva de un chico blanco guapísimo y heteronormativo. Pero esta no es una película para los ya convencidos y conocedores.
Jeremy Irvine da vida al protagonista con convicción. Un actor que se pasea por el set con acierto, sin caer en la caricatura y que cautiva con su aspecto entre James Dean y Marlon Brando en la época. Una imagen buscada que era importante porque, nos guste más o nos guste menos, el público general heterosexual, tiene enormes problemas cuando se trata de acercarse a la comunidad LGTBI, algo que no sucede al revés.
‘Stonewall’ no es perfecta, ni mucho menos. Languidece a la hora de convencer del todo de lo que allí ocurrió en junio de 1969. Fracasa por no ser más ambiciosa. Fracasa porque es imposible que traspase los prejuicios de la crítica o del público generalista. Y fracasa porque es una película muy menor. Pero no es ni mucho menos un horror, ni una película atroz. ‘Stonewall’ es una película de introducción. Amable con un espectador alejado de la comunidad LGTBI y su historia. Una película que pretende homenajear lo sucedido en Nueva York en el 69 y no ser una fiel recreación. Estoy convencido de que el tiempo la terminará reivindicando de cierta forma.
Lo mejor: El final y que esta historia merecía ser contada.
Lo peor: La elección del director y que no se le diera el beneficio de la duda.