"¿Envidia yo? Por favor..." | La psicóloga en casa >

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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

“¿Envidia yo? Por favor…”

 

Nos cuesta reconocer ese sentimiento tan mal visto pero tan común. Como cuando escuchamos las glorias de una persona, lo bien que le va, los planes que tiene repletos de amigos, los sitios que planea visitar (sin afectar a su bolsillo, claro) y lo animada que nos habla…

Y nos alegramos por ella -y así se lo decimos- aunque en nuestro foro interno desearíamos vernos en la misma situación del que nos habla. Se nos queda un regustillo amargo como si, sabiendo que “no es oro todo lo que reluce” nos quedáramos deslumbrados por el bienestar ajeno. Pura envidia, sí. ¿Quién no la ha sentido?

Pues no importa que la sientas si humildemente lo reconoces para ti. ¿Quién no desearía verse colmado por toda suerte de bendiciones? No tenerte que preocupar por lo que ganas a fin de mes, que tus hijos se lleven bien contigo, que te salgan planes los fines de semana para no estar solo, que viajes con relativa frecuencia y te permitas gastar en ocio como si fuera una necesidad más…

Y no voy a entrar a calificar a los envidiosos de “pobres del alma”, que de todo hay, personas que no saben alegrarse del bien ajeno y sí de las desgracias del otro. En realidad, queremos reconocernos en el otro, sentirnos semejantes a quien le pasan las mismas historias y problemas que uno: “ves, éste se separa como yo, no tiene trabajo estable y también se encuentra solo”. Y cuando no nos reconocemos en la mirada ajena nos entra la envidia.

De eso se trata; que cuando sintamos que lo que nos cuentan no coincide con nuestra experiencia del momento, nos acordemos de cuando nosotros nos sentíamos pletóricos de tener mucha gente con la que salir o de no estar pendientes del dinero porque nos llegaba de sobra o de hacer planes de continuo como si eso nos llenara…seguro que algo de todo esto hemos vivido.

Y si ahora no vives lo mismo…será por algo, porque tu sentir ha cambiado, porque te has dado cuenta de que los conocidos son muchos pero los amigos pocos, que el dinero es necesario pero puedes quitarte muchas de las que antes considerabas necesidades y sentirte más libre, que ya no necesitas estar constantemente haciendo cosas porque es intentar llenar, en balde, un vacío tras otro. Si estás donde estás es porque has cambiado…y entonces la envidia desaparece porque te reconoces en el otro.

Y si añoras lo que antes tenías es que necesitas ser más consciente de lo que ahora tienes.

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

 

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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