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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Ríete más a menudo

 

¡Qué buena es la risa! No soy especialmente ducha en hacer reír ni en contar chistes pero procuro ponerme menos trabas a mí misma para reirme.

Que alguien de confianza me coge el teléfono y me pone una voz de “teleñeco” cuando yo hablo seria…pues me descoloca porque piensas que estás hablando con un crío pero me he dado cuenta que aprendo a no tomarme demasiado en serio a mí misma.

Lo que más me cuesta es reírme de mis defectos porque, para eso, primero los he tenido que reconocer y eso no siempre gusta. ¿Que se me pone el pan duro y por no tirarlo lo pongo en la mesa? Pues me viene mi hija y me dice: “Ama, ¿cuándo comeremos pan de hoy?”.

Ah, eso sí, no me gusta reírme de alguien sino con alguien, que hay una gran diferencia. Si el otro no está preparado para reírse de que no oye bien, por ejemplo, porque no lleva bien su sordera…pues me callo. Pero si está “blandito por dentro” y ha oído: “vete a hacer la calle” cuando dije:” te espero en la calle”, pues nos tronchamos de risa.

Antes pensaba que me gustaba sólo la risa inteligente pero resulta que me puedo reír de la ocurrencia de un niño o de algo sencillo que no basto, así que las películas americanas de risa no las entiendo, la verdad. Por cierto, recomiendo la película española: “Que se mueran los feos” en la que estuve sonriendo casi todo el rato.

La sencillez es siempre un gran valor porque el que pretende hacer reír es difícil que lo consiga y el que no lo pretende sino que le sale de manera natural es mucho más efectivo. Yo, a veces, me he sorprendido de cómo se reían conmigo sin yo pretenderlo de algo que había dicho, y si lo pretendía no hacía ni pizca de gracia…

Me siento bien cuando me río, los problemas parecen menos y la vida menos seria de lo que parece. Agradezco estar al lado de personas que me hagan reír porque es agradable y necesario encontrar momentos de disfrute durante el día. Eso sí, cuando tengo que contar algo importante hay que estar a ello.

Y si no tienes mucho sentido del humor, prueba a ir con una sonrisa suave por la calle. Te predispone a estar de buen ánimo y a reírte con más facilidad. Si te miras al espejo antes de salir a la calle y ensayas esa sonrisa te sorprenderás de en lo agradable que se transforma tu cara.

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

 

 

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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