Ser paciente es, sobre todo, mirar por ti
y por lo que tú necesitas.
Ser paciente contigo, esa es la cuestión,
para estar tranquilo contigo mismo, en paz.
Porque la paciencia NO es aguantar.
ni tratar de ser paciente con los demás,
aguantando una y otra vez lo que te molesta.
Si aguantas, no eres paciente,
eres inconsciente.
Si quieres, la paciencia va contigo de la mano,
Acompañándote y ayudándote a sentirte bien.
En un momento, te hace estar calmado para pedir ayuda,
en otro, te hace parar para descansar y asimilar lo aprendido.
No se trata de tener paciencia con los demás,
sino de tener paciencia contigo mismo para vivir lo que toca
de la mejor manera posible.
La paciencia alcanza hasta donde tú puedes,
hasta donde está tu propio límite y ya no puedes más.
Entonces, paras y descansas.
Pero todo con la paz que te da el haber sido paciente contigo mismo,
haber ido a tu propio ritmo y haberte dado permiso
para avanzar poco a poco.
Sé paciente contigo mismo para no alterarte cuando eso te hace daño,
Sé paciente para actuar con tranquilidad hasta donde puedas,
haciendo caso a tu interior cuando tienes que decir “basta”
y te tienes que preservar como persona.
La paciencia te acompaña hasta donde están tus límites,
para pasar, sencillamente, a actuar y defender tu espacio.
Llega un momento en que tienes que decir “adiós”,
si te tensas o vives al límite la situación de tu vida.
Y entonces la paciencia cede el paso a la acción,
para hacer valer aquello en lo que crees.
La paciencia te protege, no te anula.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com
psicologiapersonalizante.com