Varias veces me he encontrado con personas que criticaban mi profesión con el argumento de cómo podía ayudar a alguien si yo mismo tenía problemas.

¿Cómo sonaría mi consejo terapéutico si proviniera de alguien perfecto?

Pues sonaría como viniendo de alguien que no ha vivido, que no ha traspasado las dificultades para emerger de ellas.

No se puede ayudar a los demás si uno mismo no hace un camino de búsqueda y transformación personal.

Para eso, hay que atravesar el desierto

La noche oscura del alma

Y atravesando las vivencias personales, atravesando el propio dolor y el vacío, es como se puede mostrar al otro una ayuda en el camino.

Cuando el camino es personal y sólo uno hace sus propias huellas al caminar.

Pero hay faros, luces que nos iluminan en la tiniebla y nos ayudan en el camino

Sólo aquel que ha vivido puede saber de lo que habla.

No hace falta haber pasado por todas las situaciones imaginables para poder entenderlas, sino tener la actitud de comprender la propia debilidad para atravesarla y no quedarse atascado en ella.

Aunque, a veces, uno reconoce con humildad que no puede, que le supera la situación.

Y entonces, aprender a acogerla tal como es, es el comienzo del cambio.

Un cambio que pasa por vivir lo que no se puede cambiar, por dejar de luchar por pretender que cambie, por dejar de consumir nuestras fuerzas en el titánico esfuerzo, viviendo lo que hay y buscando el camino que me de paz.

Prefiero escuchar a un psicólogo que ha hecho un trabajo personal que a alguien que me vende recetas “de libro”.

Enseñanzas desprovistas de alma

Vacías de contenido

Prefiero escuchar el viaje interior de una persona que sus múltiples atesorados conocimientos intelectuales.

Prefiero la vida vivida y saboreada que la vida, simplemente, dejada pasar.

Caminamos…Belén Casado Mendiluce

belencasadomendiluce@gmail.com