De la misma manera que cuidamos nuestro cuerpo, necesitamos prestar atención al tipo de pensamientos que tenemos.
¿Te vienen, sin que tú lo controles, pensamientos negativos, incluso destructivos hacia ti mismo o hacia los demás?
Obsérvalos, date cuenta de ellos, pero ten la actitud de dejarlos pasar, como si fuera una película de cine. Con una condición: no te metas en ellos a darles vueltas. De esa manera, los pensamientos como vienen, se van.
Te ayudará, a la vez, darte cuenta de llevar la atención al presente: observar la gente pasar, el movimiento de los árboles por el viento, el juego de un niño en el parque…
¿Fomentas voluntaria y conscientemente el pensar en negativo? Piensas en la mala intención de una persona, en tu incapacidad para afrontar un problema, en un mal futuro para tu relación de pareja…
Cambia el tipo de pensamientos y sustitúyelos por otros más benevolentes: igual esa amiga no se ha dado cuenta de su actitud, necesito tiempo y tranquilidad para afrontar ese problema, tengo que hablar con mi pareja de lo que me preocupa…
¿Cómo saber cuándo un tipo de pensamiento es negativo? Cuando el pensarlo reiteradas veces te hace daño, te hace sentirte mal contigo mismo o te induce a tener una actitud negativa hacia una persona.
La negatividad reiterada no aporta nada
Sin embargo, en ocasiones, pensamos en negativo cuando necesitamos poner límites a una persona o situación. Tal pensamiento responde a una necesidad consciente sentida en el cuerpo; como tal, debemos prestarle atención.
Es el semáforo interior que se pone en ámbar, avisándonos de una sensación de malestar que nos llama a la puerta para que le hagamos caso. Hay que prestarle atención a la señal del ámbar y no hacer como si no pasara nada, aguantando, haciendo que nuestro semáforo se ponga en rojo y acabemos explotando.
Los pensamientos negativos reiterados son como una especie de maltrato hacia uno mismo y hacia los demás.
Sé benevolente con tus pensamientos
Caminamos…Belén Casado Mendiluce
belencasadomendiluce@gmail.com