Cada vez más valoro el ritmo lento, el no planificar lo que haré o dejaré de hacer -salvo cuando es necesario, claro- el no llenar cada día de actividades que me hacen estar ocupada pero también fuera de mí.
Por supuesto que hay que hacer cosas diariamente, desde el trabajo hasta las tareas domésticas pasando por atender a las personas que nos rodean, pero existe una gran diferencia en el COMO se hacen. He comprobado que se abarca más, se está más activa, cuando se hace lo que sea sin prisas, sin dar vueltas en la cabeza a lo que hago y haciendo desde el cuerpo. Me explico.
Sé que hay cosas que tengo que hacer más allá de que me guste o me apetezca hacerlas en este momento, pero las hago porque decido hacerlas, elijo hacerlas, de alguna manera, y esa actitud me salva de realizarlas con más tensión o nervios de lo que sería normal.
Si, por ejemplo, tienes que ir a visitar a una persona a un hospital sabiendo que a ti los hospitales te ponen enfermo -vaya gracia ¿no?- ser consciente de que vas porque es tu elección, por la razón que sea –te preocupas por el amigo o, simplemente lo haces por cumplir un compromiso- te hace que no haya una tensión dentro de ti entre lo que quieres hacer y lo que deberías hacer. Lo haces porque tú lo eliges, aunque te sigan sin gustar los hospitales y se te revuelvan las tripas cuando vas.
Esto es hacer las cosas desde el cuerpo. Elegir hacerlas y no pensar desde la cabeza: “Uf, no quiero estar aquí, o sea que cuando pueda me escaqueo”. Si tienes esta actitud de elección notarás cómo no gastas energía interna en luchar por estar en otra parte. Cuando decidas que te tienes que ir te irás, sin más.
Esto es estar activa sin estar fuera de ti. Que haces las cosas desde dentro de ti, desde tu actitud interna de elección, y desde ahí te va saliendo lo que estés haciendo con otra soltura y fluidez, y resulta que abarcas más que antes, cuando hacías las cosas con prisas y nervios y acababas agotada porque estabas hacia fuera, desconectada de ti.
Cuando estás activa de esta manera procuras dejar las prisas a un lado porque no eres más efectiva en tu trabajo por ello y te va saliendo el ritmo adecuado para trabajar, aquel que necesites y estés cómoda…sin perderte en el camino.
Y dejas la cabeza a un lado porque no te hace falta pensar si quieres hacer lo que haces o estar donde estás…porque has decidido hacerlo.
Caminamos…Belén Casado Mendiluze