Hace unas semanas, Martín R. Ojeda (*), nuestro etólogo, nos inició en el mundo de los marcadores de conducta (podéis leer el artículo pinchando aquí). Días después comenzó a hablarnos sobre el cliker pero nos dejó “a medias” (pincha aquí si quieres ver el primer texto sobre el clicker), por ello hoy nos sigue explicando bien su utilidad y la forma de emplearlo.

“Sigamos con el uso de los marcadores de conducta, en nuestro caso particular, el clicker.

Lo dejamos en el artículo anterior en el proceso de carga que, como ya sabemos, no era más que crear un condicionamiento en el perro para con el sonido click. Habrán transcurrido un par de días (o más, si no os habéis aplicado mucho), y nuestro perrete ya vincula el sonido con el premio: hacemos click y el tipo no nos quita ojo de encima, si está lejos se acerca, etc.

Existen distintas formas de trabajar con los marcadores de conducta, pero a nuestros efectos las dividiré fundamentalmente en dos que veremos por separado.

a) Captura de conductas.

Supongamos que queremos enseñarle a nuestro can a que se tumbe a nuestra orden. Sabemos, por supuesto, que tarde o temprano en algún momento del día se echará por voluntad propia así que estaremos pendientes y en el momento en que lo haga, haremos click y le premiaremos. Lógicamente, al principio no relacionará una cosa con la otra, pero a través de la repetición lo lograremos y entonces podremos introducir la orden.

b) Moldeo de conductas.

Ahora por la razón que sea, no queremos esperar a que se eche solito, de modo que vamos a guiarlo mediante el uso del clicker. Este proceso implica ir paso a paso, paulatinamente, llevando al perro de una cosa a la otra. Nuestro perro está sentado, y queremos llevarlo a echado. Pues, por ejemplo, clickaremos (y premiaremos, por supuesto) si baja la cabeza. Si vuelve a hacerlo, otro click y premio. Después de un rato lo hará fácilmente, y entonces dejaremos de clickar hasta, por ejemplo, que toque el suelo con el morro. Y una vez que haga esto, hasta que baje el torso y así sucesivamente. A través de nuestros clicks (dejando de clickear una cosa y clickeando otra) le vamos indicando el camino hasta lo que queremos lograr.

A su vez, en cuanto a su forma, también hay diferentes métodos. Podemos usar un método inductivo en el cual intervengamos en mayor medida en guiar al perro (por ejemplo, llevarlo de sentado a echado haciendo que siga nuestra mano que tiene el premio dentro), o bien utilizar el método deductivo en el que damos al animal la opción de “pensar” qué es lo que estamos esperando de él. El método inductivo suele ser más rápido en lograr el objetivo a corto plazo, pero el deductivo suele lograr un mejor aprendizaje por parte del animal ya que involucra más sus procesos mentales.

Por supuesto, como todo, el uso de los marcadores de conducta tiene una contra o, si se prefiere, una condición sine qua non para su correcto funcionamiento: el timing.

Como ya sabemos de memoria, nuestro perritos son unas máquinas formidables -e incansables- de relacionar cosas; circunstancia que implica que si bien pueden relacionar las cosas “bien”, también pueden hacerlo “mal” o, mejor dicho, de forma diversa a la que nosotros queremos. Si nuestro click llega tarde, no relacionarán la consecuencia positiva con lo que queríamos, sino con aquéllo que ha sido exactamente previo al sonido. Luego, si quiero que relacione con mirar al suelo pero hago click cuando ya está levantando la cabeza, he llegado tarde y no servirá para lo que quería. Habrá que volver a intentarlo, con más cuidado.

Eso sí, siempre que haya click, ha de haber premio. Si he sido lento, mala suerte para mí que tardaré más en lograr lo que quiero, pero el perrete tiene que recibir el premio correspondiente.”

(*) Martín R. Ojeda es etólogo y adiestrador de Servicios Caninos Integrales

(**) Si quieres que Martín te ayude con tu perro, recuerda rellenar este cuestionario y enviarlo a unomasenlafamiliablog@gmail.com.