Estos días de vacaciones me han servido para disfrutar con calma de parte de mi familia. Desayunos largos y relajados, baños en la playa, pescadito con papas “arrugás” y una buena siesta. Un breve preludio del verano que se acerca lentamente, haciéndose de rogar.
He podido charlar, cómo hay que hacerlo, con tiempo, con la generación que viene por detrás de los que ya podemos llamarnos sin vergüenza y sin tapujos, mediana edad. De ellos se aprende, con ellos una Se vuelve más abierta y tolerante, o lo intenta. Con ellos he disfrutado. Siempre se echa de menos a los que faltan pero están en cada conversación , en cada risa cómplice.
Estos días, me he parado a ver la luna llena y el mar besando las rocas. He leído despacio a Muñoz Molina y su última novela, Tus pasos en la escalera ( Seix Barral) que requiere a mi parecer, una lectura lenta y atenta. He disfrutado de su Nueva York y de Lisboa, dos ciudades en las que el autor ha vivido.
He disfrutado de una serie que me ha recomendó Ane, After Life y que yo también recomiendo. De momento 6 capítulos de media hora en Netflix. Sin destripar demasiado, trata sobre un viudo y cómo encara la pérdida y cómo un perro y un puñado de amigos algo especiales, pueden cambiar ayudar a darle sentido a esta vida que a veces parece un lugar hostil.
Hoy me despido de todo eso, con el corazón cargado y los sentidos reactivados y se me queda grabada en la retina la imagen de ese mar que tanto añoro.