Lo de los conciertos secretos del Jazzaldia se está poniendo muy serio. Primero el pianista Vijay Iyer, mejor músico del año pasado según los críticos de Estados Unidos. Y anoche nos encontramos con el anuncio de Sweet Billy Pilgrim! El grupo de uno de los colaboradores de David Sylvian, Tim Elsenburg. Hoy a las dos de la madrugada en el Club Victoria Eugenia a 15 euros. Lujazo. Y no vamos a olvidarnos de la tercera gran figura internacional y secreta, el trovador pop italiano (ejem) Giorgio Basmatti que esta tarde interpretará hermosas melodías al atardecer en el Nauticool (20.00 horas), haciéndose pasar por auténtico donostiarra.
Ayer en la playa, bien. A ratos, muy bien. Extrañamente, la fresca velada se convirtió en un homenaje a Joy Division. Los californianos The Morning Benders (en la foto de Lolo Vasco), tan jovencitos, tan imberbes, pero sin cortarse un pelo en el gran escenario, se encontraron con que tenían que tocar durante hora y media, mucho más de lo habitual en ellos. Así que reucurrieron a temas que no habían tocado desde que abandonaron su primer garaje, a una versión de Neil Young y a un fiel ‘Ceremony’ de Joy Division/ New Order, con mucha convicción. Les faltó un poco más de garra, pero estuvieron bien, como el lado más suave y naif de Arctic Monkeys y Babyshambles. El último tema, ‘Excuses’, con hábil participación del público en los juegos de voces, lo alargaron ad infinitum o casi, justo hasta que dieron las once. Entonces empezaron en el Escenario Frigo The Funk On Me, ante un mogollón de gente que jaleaba el espíritu Prince de la velada, invocado por músicos con mucha profesionalidad y mucho ‘feeling’.
Los ecos de Joy Division seguían en la propuesta de These New Puritans. Mira que son raros. No en el resultado, sino en la fórmula. ¿Donde se ha visto una formación de batería, línea de bajo / percusionista, guitarra/ cantante y dos fagots? Lo más fascinante eran los ritmos casi tribales, y el contraste de música clásica de los instrumentos de viento, con ataques de sonidos industriales o siniestrismo Cure. Tuvieron sus momentos pesaditos, pero también otros muy cautivadores.