¡Novedad! ¡Impresionante vídeo de la Shibusa Shirazu Orchestra en el Jazzaldia! (ver dos posts más abajo).
¡Exclusiva! ¡Giorgio Basmatti comenta su propio concierto! (aquí abajo en este mismo post)
Salíamos del Club Victoria Eugenia a las 3.20 de la madrugada, de ver a Sweet Billy Pilgrim, y nos hacíamos esa pregunta. ¿Cuándo se duerme aquí? No pensaban en eso en el Hotel María Cristina, cinco estrellas, de donde salía una música atronadora. Sí, atronadora. Sería boda o celebración especial, pero allí se estaba bailando, a todo volumen y con luces de colores que iluminaban la plaza de Okendo, el himno tecno-gay ‘Relax’ de Frankie Goes To Hollywood. Lo que ocurría en su interior es una incógnita.
Todo un contraste, porque en los sótanos del teatro habíamos flotado en una dulce somnoliencia, en el mejor sentido. El concierto sorpresa del viernes noche, con Sweet Billy Pilgrim (en la foto de Lolo Vasco), casi llenó el pequeño aforo, un centenar de personas. Luego algunas se fueron yendo, sería por lo avanzado de la hora, porque el grupo, en versión reducida a trio semiacústico, estuvo soberbio. Tim Elsenburg era consciente de las limitaciones de la situación: se preguntaba con regocijo cómo era posible tocar a esa hora y si alguien de los asistentes conocía al grupo antes de ir allí.
A la tercera tocaron mi favorita, una preciosidad titulada ‘Future Perfect Tense”, pero todo el concierto fue una delicia de canciones teóricamente pop-folk, pero de construcciones inusuales. Con las melodías de guitarra en bucle propias de un Robert Fripp, la sensibilidad de David Sylvian y la voz angelical pero recia y llena de matices de Tim Elsenburg, surgía canciones muy personales, apoyadas en una guitarra acústica o eléctrica, un banjo y tres voces en magnífica armonía.
Antes habíamos estado en Portico Quartet, muy bien, un jazz contemporáneo sensible con cuatro jóvenes pero muy notables músicos, especialmente el contrabajista y el chico que tocaba el ‘hang drum’ una especie de marimba electrónica de muy placentero sonido.
En medio, nos asomamos a la playa, que estaban de The Very Best. Lo que se preveía la sensación de la noche, lo fue, pero para mal. Menuda pachanga, africanismo turístico-verbenero con DJ para parecer modernos. La gente bailongeando a gusto, y ellos venga que hacer populismo modelo ‘encended vuestros mecheros y móviles’. Huimos del lugar, y nos refugiamos en el hermoso secreto de Sweet Billy Pilgrim.
Y ahora, el mensaje que Basmatti, emocionado aún al recordar su concierto de ayer, nos envía desde su guarida en exclusiva.
El señor
Love me pasa aviso para que os escriba una crónica de mi concierto, ya que el
está terriblemente ocupado organizando un partido estomacal entre Ardores y
Excesos. Si es que, ya no tiene edad para estas fiestas….
Lo mejor de
mi concierto del Nauticool de ayer es el feedback, sin duda. Sobre todo cuando
la gente te dice “me rei mucho”, “me lo pasé muy bien” o “fue muy divertido”.
Eso es que se ha cumplido el propósito principal de la velada. Creo que
“entertainer” es la palabra que mejor podía definirme, aunque suene a crucero
por el Mediterraneo u Hotel de Lanzarote. Emplazamientos ambos que pisaría sin
rubor.
Las
canciones fueron medianamente bien tocadas. Lo justo para que no se notaran
(demasiado) las inventivas del momento. Las defenderé a capa y espada ante
cualquier tribunal, porque son mis hijitos y les quiero mucho, aunque la gente
se olvide de mencionarlas en sus comentarios 😀
El director
del festival ha hecho una crónica muy emocionada del baranda. Cosa que
agradezco, teniendo a tantos artistazos en el programa. Le vi muy atento (el
rato que estuvo) y a la noche ya me encargué de hacerle ver que estaba muy feliz
por la oportunidad que me había brindado. Bueno, nos había brindado.
Porque, como
dije en el eterno speech de ayer, sobre todo en el “cigarrillo time”, tenemos
que apoyar a la escena local artística. Sin concesiones gratuitas, pero sin
dejarles de lado. Tenemos que promocionar los conciertos en los bares de la
ciudad, exigir que haya cada vez más emplazamientos para ver actuaciones. La
ciudad se seca en ese sentido. Y es una pena. Tal y como indicaba anoche, mi
sueño es que cada uno de los no habituales abra la agenda un día, seleccione un
concierto de manera aleatoria, y vaya a verlo. Solo uno. Al año. Y luego que
diga que es una mierda o que son geniales. Pero que apoye con su presencia el
arte (musica, teatro, papiroflexia) de su barrio.
Firmado: Giorgio Basmatti