1 Elvis Costello / Kris Kristofferson
2 Shibusa Shirazu Orchestra
3 Wadada Leo Smiths’s Golden Quartet
4 Sweet Billy Pilgrim
5 The Divine Comedy
6 Patti Smith
7 Portico Quartet
8 The Pains of Being Pure At Heart
9 The Morning Benders
10 These New Puritans
Proponemos un hit parade de los conciertos que hemos visto en el Jazzaldia. Por circunstancias laborales, uno ha podido ver unos conciertos y no otros, y no siempre han coincidido los gustos personales con los horarios disponibles. Si en el ‘best of’ propuesto hay un predominio del no-jazz, y no están Ron Carter, Archie Shepp o Christian Scott, no es porque no me gustaron, sino porque lamentablemente no los pude ver. La coincidencia a eso de las 21.30 entre los escenarios de la playa y la Trini provoca verdaderos dilemas, al menos para espectadores no atados a un solo estilo de música.
Lo que está claro es que aunque hubiera podido ver absolutamente todos, el mejor será por siempre Elvis Costello. Y que su noche con Kris Kristofferson va a ser difícilmente repetible en el Jazzaldia. A no ser que programen, por ejemplo, a Elvis Costello con Nick Lowe. A propósito, ya está oficialmente en Facebook el grupo que proponíamos ayer, Que Elvis Costello Clausure El Jazzaldia Todos los Años, con la elevada cifra de seis miembros (en el recuento de ayer).
También hay que recordar, volviendo al hit parade, que hemos conocido asimismo en este Jazzaldia truños decepcionantes, aunque pocos. The Very Best fue lo ‘very worst’ con su pachanga populista. Y Supersilent no se sabe ni qué fue, atorrando al personal con ruidismo salvaje, aunque tuvo sus valientes adeptos, que los siguieron en primera fila. ELEW, en lo que vimos, nos pareció un puro efectismo, tocar de pie y aporrear el piano a los acordes de ‘Paint It Black’ no es precisamente romper las barreras de los géneros.
En cambio The Divine Comedy, que tenía todas las papeletas para ser un fracaso (público masivo de sábado noche en la playa, interpretación en solitario de unas canciones que tienen parte de la gracia en los excelentes y suntuosos arreglos del disco) fue una delicia. Las canciones, aún desnudas, siguen siendo grandiosas, y el bueno de Neil Hannon (un poco truhán al presentarse solo pero con el nombre del grupo), se convirtió en un showman humorístico sin desmerecer a las canciones, y se atrevió a presentar las bonitas baladas tristes de su último disco, ‘Bang Goes the Knighthood’ (a la altura de sus mejores obras) sin que el público se soliviantara. Al contrario, se los metió en el bolsillo del maletín.
Y The Pains of Being Pure At Heart, en la noche más puramente indie del festival, me convencieron mucho más de lo que pensaba. Su actuación era como un hit parade de los grupos que conformaron la generación C-86. Una canción sonaba a The Pastels, la siguiente a My Bloody Valentine, luego The Wedding Present, Close Lobsters o The Jesus & Mary Chain. Sin embargo, su inagotable simpatía (nunca he visto decir tantas veces en un escenario, y con tanta convicción y alegría, lo bonito que es San Sebastián y lo contentos que estaban de etar allí) y la contundencia de su sonido, brillaron en esa noche de sábado con luna y todo.
Foto: José Mari López