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Ricardo Aldarondo

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John Grant: el caballero bidireccional, también entre lo mejor del año

Seguimos con discos que nos han seducido durante los últimos meses, y que sin embargo han quedado pospuestos durante todo ese tiempo en Mon Oncle. Pero no se me olvida, no, el segundo Lp de John Grant, Pale Green Ghosts, porque lo tengo hace tiempo en ese apartado elástico en el que doy vueltas a lo mejor del año, siempre más cómodo que las listas cerradas, y porque he reincidido en su escucha muchas veces en este tiempo. De hecho, en el primer acercamiento me intrigó pero no me sedujo. Y ahí está la clave: Pale Green Ghosts parte de elementos bien conocidos, incluso antiguos, pero la combinación es única. Así que es un disco de convicción lenta, que se va logrando una vez traspasada la sorpresa inicial. Si no te gusta una canción, debes pasar a la siguiente, la experiencia puede ser muy distinta, aunque al final todo case.

Porque no es muy normal que un disco comience con dos canciones absolutamente tecno, aunque sensible, y a la tercera se pase radicalmente al folk acústico y la balada romántica. Lo que hay detrás es un cantautor, y de los buenos: elegante como un crooner clásico en lo vocal, y que se expresa como le viene en gana en lo musical. Sea con electrónica analógica que lo emparenta directamente con los primeros y ochenteros tiempos de la irrupción del mejor tecno-pop, sea con la típica guitarra acústica y el órgano como abrigo para un medio tiempo sentimental, John Grant revela un talento fino y seguro.

Con esa mirada entre amenazante y guasona, con ese look entre bohemio y oficinista, con ese entorno de marino del siglo XIX, el estadounidense John Grant se toma a sí mismo muy en serio para lo que hace falta, la oferta musical, pero se muestra juguetón y libre a la hora de dar forma a sus canciones.

No se puede decir que el que fue cantante del grupo The Czars, con el que publicó seis Lps entre 1996 y 2005, emprendió luego una carrera en solitario, porque fue al revés: los otros cinco miembros fueron dejando el grupo en un periodo de nueve meses. Y se quedó solo. Ya con su propio nombre, y en este segundo álbum, parece haber encontrado una línea férrea.

En ocasiones me recuerda a The Human League, sobre todo en las canciones más tecno, lógicamente, aunque es esa voz profunda y segura lo que más veo emparentado con los pioneros del tecno-pop y su líder Phil Oakey, como en You Don’t Have To o en la que abre y titula el disco, Pale Green Ghosts.

Otro parecido lo encuentro con Rufus Wainwright, en esa forma de cantar algo arrastrada, como de melopea melancólica, también en la suntuosidad de las melodías, aunque luego el envoltorio sea muy distinto. Un ejemplo: It Doesn’t Matter To Him, en la que le hace los coros Sinead O’Connor. Y que en su fascinante tramo instrumental final remite a los Pink Floyd de los 70, aunque con sintetizador ochentero por encima.

Y es que además de una voz con muchos registros, matices y posibilidades, John Grant encuentra unas melodías muy engalanadas y trabajadas. Y por muy simple que sea la base de secuenciador de la que parte, en los ratos maquinales, la melodía eleva a la gloria la canción. Es lo que ocurre en Blackbelt.

Y elegante como es, también aparece deslenguado, deslizando palabras rudas con toda naturalidad: las tres iniciales que definen la canción GMF vienen a significar lo que para nosotros sería ‘el gran HP’: “Soy el más grande hijod*p**a que nunca te encontrarás / desde lo alto de mi cabeza / a la punta de los dedos de los pies”, canta con un romanticismo exacerbado, capaz de enamorar a cualquiera…que no sepa inglés.

Al mismo tiempo, podría protagonizar el punto álgido de un baño de espuma colectivo en la disco ibizenca de moda, con esta pequeña joya de tecnodance minimal, de nuevo dignificada por el trabajo vocal, Sensitive New Age Guy.

Si además titula otra de las mejores canciones con el nombre del querido actor Ernest Borgnine, y cierra el disco con una balada digna de un musical de los de la buena era del musical, y con un grandilocuente broche de piano concerto clásico, queda empaquetado un Pale Green Ghosts atractivo por todos sus costados.

Curiosamente, Pale Green Ghosts ha quedado en cuarta posición en la lista de los mejores discos de 2013 tanto en Mojo como en Uncut, las dos mejores revistas inglesas.

Además, en vista de cómo iba creciendo el prestigio de John Grant desde que el disco se publicó en marzo, se ha reeditado en vinilo su primer álbum en solitario, Queen of Denmark (2010), dos de cuyas canciones aparecía, y destacaban, en la película Weekend. Eran I Wanna Go To Marz y la preciosa, y muy bucólica con esas flautas, T.C. and honeybear.


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Sobre el autor

Periodista de Cultura y crítico de Cine de El Diario Vasco. Colaborador de Rock De Lux, Fotogramas y Dirigido Por...


diciembre 2013
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