En la gran mayoría de los casos las personas venimos al mundo sanas, lozanas. No se que empeño tenemos en adoptar conductas que nos enferman una y otra vez para luego buscar soluciones que traten de sanarnos y poder volver a enfermar y seguir en esa rueda viciosa año tras año. En lugar de eso hoy te voy a plantear una serie de herramientas que te permitan fomentar que la salud no se pierda desde el nacimiento y también recuperar la que puedas haber perdido.
Una determinada alimentación es uno de los factores que puede contribuir por un lado a generar enfermedad, de hecho se le da de maravilla, diversos tipos de cáncer, la obesidad que como dice mi compañero Julio Basulto en su libro “Se me hace bola” es una enfermedad como la coma de un pino, igual que una gripe, caries dental, hipertensión, diabetes, patologías cardiovasculares o respiratorias entre otras son ejemplos de los estragos que muchas personas tienen que pasar debido a, entre otros factores, una mala alimentación. Pero por otro lado, un lado que es muy sutil y diría yo incluso vergonzoso, una buena alimentación ayuda a preservar incluso mejorar tu estado de salud. No quiere decir que por el hecho de alimentarte correctamente vayas a ser un campeón olímpico, no. Lo que sí es seguro es que te estarás regalando algo que valorarás durante muchos años…SALUD.
Y es que lo malo que tiene la salud es que no se la nota, parece que no hace nada hasta que se va. ¡Ay cuando se va!….Cómo te acuerdas de ella, ¿verdad?
Así que no me demoro más y voy al grano. ¿En qué consiste una alimentación que enferma? Una alimentación que fomenta la aparición de enfermedades en el organismo es aquella en la que de manera habitual y sostenida se ve invadida por determinados “alimentos” (más bien productos comestibles diría yo) se convierten en protagonistas de calorías totales ingeridas a lo largo del día. Dentro de esta lista de enfermantes que puedes encontrar en cualquier supermercado o tienda de barrio incluyo: Snaks salados tipo patatas fritas, ganchitos, galletitas, etc, dulces en general, (bollería, helados, zumos, postres lácteos como flanes o natillas, chocolates, mermeladas, gelatinas, gominolas…) las galletas María también, todos los refrescos, TODOS con o sin azúcar, alimentos precocinados la mayoría, carnes ultraprocesadas (salchichas por ejemplo).
Y si prescindes de esos alimentos te das cuenta que a los supermercados les sobran una cantidad de filas impresionante. Filas de productos en los que la industria invierte miles de millones para que te apetezcan, colocados estrategicamente en lugares concretos de estos establecimientos y a una altura determinada para que tus j¡hijos al pasar los vean sin problema. No, si tontos no son…
Si eliminas todo eso, ¿Qué queda? La sección de frutas y verduras (frutos secos y semillas incluidas), carnes, pescados, cereales (harinas integrales incluidas), huevos, lácteos y legumbres. Es decir, estamos invadidos de alimentos superfluos con los que tenemos que lidiar y hacer equilibrios para evitar en nuestro día a día. Aparecen por todos lados, carteles, televisión, radio, hasta en sueños!! En cambio no he visto ningún anuncio del tipo “El brócoli te dará la felicidad” en fin…
La semana que viene te daré algunas pautas para poder hacer frente a esos momentos de dificil elección.