Hill Street Blues, (en España conocida como Canción triste de Hill Street) ha sido sin lugar a dudas la serie más importante e influyente de la historia de la televisión. Muchas series idolatradas y objeto de estudio en la actualidad (‘The Wire’, ‘Los Soprano’ o ‘Perdidos’, por ejemplo) no habrían existido si en el año 1980 dos jóvenes productores Michael Kozoll y, sobre todo, Steven Bochco no hubieran revolucionado el lenguaje televisivo con una propuesta innovadora y elaborada que cambió por completo la forma de escribir y de ver la televisión.
Personalmente, tenemos que admitir que esta serie es una de nuestras favoritas de todos los tiempos (aunque puede que no sea la mejor), pero es la que nos inició en las series de televisión de calidad y, en mi juventud, era la cita ineludible del domingo por la noche para esperar la salida del vehiculo de policía del garaje y escuchar la sintonía de Mike Post con las preciosas notas de su piano. Éste era uno de los mejores momentos de cada semana y este blog creo que es una buena ocasión para compartirlo con ustedes, porque estoy seguro que a algunos les traerán tan buenos recuerdos como los nuestros.
Ficha: Hill Street Blues, 146 episodios. Ene 1981-May 1987 2012. NBC (USA), Diversas cadenas (E).
Sinopsis: Los sucesos diarios en una comisaría de barrio de una gran ciudad americana, con los conflictos personales y profesionales de los policías que en ella trabajan.
El inicio: En el año 1980 el presidente de la compañía de la NBC, Brandon Tartikoff, encargó a dos jóvenes productores, Michael Kozoll y sobre todo Steven Bochco, la creación de una serie de policías completamente diferente a los clichés de la época (‘Starsky & Hutch’, ‘Los Ángeles de Charlie’, ‘Colombo’, ‘Mannix’, ‘Ironside’…), basada en la vida de una comisaría de barrio de una ciudad americana.
La serie fue estrenada a mitad de temporada en enero de 1981 y con continuos cambios de horario, lo que provocó unas audiencias realmente bajísimas a pesar de las grandes criticas. Pero nadie la veía. Entonces se produjo el milagro, cuando la propia industria de la televisión reconoció que tenía algo nuevo y diferente y la premió con ocho premios Emmys en su primera temporada, batiendo todos los records hasta ese momento.
Semejante reconocimiento la puso en el radar de muchos espectadores y en la segunda temporada las audiencias se multiplicaron, reconociendo el esfuerzo creativo de sus guionistas. Hill Street Blues se consolidó dentro de la parrilla de programación como “la serie que se tenía que ver”, y fue un producto diferenciado y rompedor.
Las puertas narrativas que abrieron Bochco y Kozoll fueron utilizadas y desarrolladas posteriormente por múltiples guionistas, tanto de su propia escuela de series (David Milch, David E. Kelley, Anthony Yerkovich…) como de sus fuentes derivadas (David Chase, Tom Fontana, David Simon….), sentando las bases de la actual época dorada de la televisión.
La trama: Hasta ese momento los dramas de televisión eran de dos tipos. Por un lado, los culebrones o miniseries tipo ‘Dallas’, ‘Hombre rico, hombre pobre’ o ‘Dinastía’, con tramas que duraban varios capítulos o incluso años. Y, por otro lado, estaban las series cuyo capítulo era independiente, donde incluso mostraban (‘Barnaby Jones’, ‘El fugitivo’…), el prólogo, los tres actos y el epílogo, para que el espectador no se perdiera. Cada episodio era como una película independiente.
Hill Street Blues dinamitó todas estas convenciones instaurando un estilo fácilmente reconocible en muchas series actuales. Fue la primera serie coral con multitud de tramas, que podían durar una escena o varios capítulos. Que podían ser solitarias o interrelacionadas, creando una complejidad nunca vista hasta entonces en una serie televisiva.
Cada capítulo trataba esencialmente de un día en la comisaría de Hill Street, iniciándose con el repaso (Roll Call) del inicio de turno, donde el sargento Esterhaus (genial Michael Conrad) repartía las instrucciones y avisos del día a una tropa de agentes distraídos, medio dormidos y dispuestos a iniciar otro día en el trabajo sin mayores pretensiones finalizando siempre con una de las frases mas famosas de la historia de la televisión: “Tengan cuidado ahí fuera”. Magnifica traducción del original “Let’s be careful out there”, con el que siempre cerraba la primera escena antes de los títulos de crédito.
A partir de aquí las historias se van sucediendo, unas mas cortas, otras mas largas, pero siempre teniendo en vilo al espectador, sorprendiéndole en cualquier momento con continuos golpes de efecto y con un ritmo envidiable.
Ninguno de los personajes es un superhéroe y todos tienen sus virtudes y sus defectos, que les influyen cuando realizan su trabajo, como nos pasa a nosotros. Ésta fue una de las claves de su éxito, mostrar a personajes corrientes con sus debilidades y flaquezas, sobreponerse a los problemas laborales como buenamente podían.
Cada episodio acababa por la noche, generalmente explorando la relación personal entre el capitán de la comisaría y la fiscal del distrito, lo que siempre relajaba las tensiones vividas durante el episodio y cerraba de forma impecable el día vivido en la comisaría.
Los actores: El verdadero protagonista de la serie era la comisaría y, por ello, sus creadores hicieron un reparto repleto de actores secundarios y desconocidos para casi todo el mundo. Así, evitaron que un rostro demasiado conocido quitara protagonismo al lugar de trabajo, que era el verdadero epicentro.
Su éxito catapultó a todos sus protagonistas hacia el estrellato televisivo acaparando todos los premios de actores y actrices de los Emmys en sus primeras temporadas. Todos nos podíamos identificar con ese grupo de personajes que hacía lo que podía dentro de sus posibilidades, y esa humanización es una de las mayores herencias que ha dejado la serie.
Destacaba del reparto coral Daniel J. Travanti, como el Capitán Furillo, jefe de la comisaría, nadando entre la incompetencia política de sus superiores (guiño de ‘The Wire’) y la necesidad de resolver los casos con sus subordinados, donde tenía que lidiar con trepas (su teniente René Enríquez), limitados (el buenazo de Joe Spano) y gente de gatillo fácil (el responsable de las tropas de asalto James B. Sikking, siempre dispuesto a disparar).
En el otro lado de la balanza estaba su relación personal con la fiscal del distrito Joyce Davenport (la gran Verónica Hamel), manteniendo siempre a distancia sus peleas profesionales de las relaciones personales. Estos dos personajes y Michael Conrad, como el Sargento Esterhaus, eran el núcleo central de la serie.
La muerte por cáncer de Michael Conrad fue introducida como una de las tramas de la serie afectando a su personaje, el sargento Esterhaus, y siendo testigos de su degradación física en la serie por voluntad del propio actor, que quiso estar al pie del cañón hasta el final. El episodio de su muerte en la cuarta temporada, denominado ‘Grace under pressure’, es el mejor y mas emotivo en muchos anales televisivos. Está considerado uno de los mejores de la historia.
En un segundo nivel, pero no menos importante, teníamos a los patrulleros y detectives rasos de la comisaría, que son los que resolvían los casos con mas o menos acierto. Aquí destaca con luz propia el sargento Belker (brutal Bruce Weitz), un fiero perseguidor de cualquier maleante al que era capaz de morder para conseguir una detención, pero luego cuando le llamaba su madre durante un interrogatorio se volvía un lindo gatito delante del delincuente. Un contraste realmente genial.
En paralelo, la segunda pareja protagonista era el dúo formado por los agentes Hill y Renko (Michael Warren y Charles Haid), que se encargaban de diversas investigaciones mezclando notas de humor ácido con el drama diario de los crímenes a resolver.
Es difícil destacar a nadie sobre el resto y ahí estriba su éxito. Construir una serie al servicio del argumento y de la historia en lugar de un vehículo de lucimiento de los protagonistas, como era la norma hasta ese momento.
El Final:
La serie fue de menos a más, y alcanzó su cénit creativo en la cuarta temporada. A partir de entonces, la marcha de su creador, Steven Bochco, en la sexta temporada, unida a la muerte por cáncer de Michael C0nrad, obligó a no estirar la serie mas de lo necesario y al final de la séptima temporada decidieron dar carpetazo a la misma antes de empezar una agonía innecesaria. El ultimo capitulo fue un gran colofón con un incendio que destruye la comisaría, pero apagado el fuego y entre los escombros los policías siguen con su trabajo porque saben que es su obligación, sin ninguna heroicidad mayor de la necesaria. Aquí pueden ver, en inglés, la escena final.
De hecho, Hill Street Blues fue reemplazada por otra maravilla del mismo creador, Steven Bochco, como es ‘La ley de los Ángeles’, de la que ya les hablaremos algun día.
Anécdotas: Uno de los misterios de la serie era saber en qué ciudad estaba la comisaría de Hill Street, ya que sus guionistas evitaron en todo momento encuadrarla en una ciudad concreta en una elipsis difícil de entender en esos tiempos. Pero consideraron, y con buen criterio, que el localismo y una identificación concreta podía ir en contra del desarrollo de la serie y así lo mantuvieron hasta el final.
Si aceptan esta recomendación, sobre todo para los mas jóvenes, consigan y vean esta serie y entenderán que muchas de las claves de las grandes obras actuales, que tanto se idolatran, fueron concebidas y desarrolladas hace treinta años en una humilde comisaría de barrio.
Si se acuerdan de la serie y les gustó, esperamos sus opiniones y comentarios aquí o en nuestra cuenta de Twitter (@jefoce) y (@lmejino). Hasta la próxima.
Mikel Madinabeitia/Lorenzo Mejino