Me preguntan dónde se come la mejor txuleta y yo siempre contesto lo mismo: “Y yo ¿qué sé?”
Es que no conozco otro producto que sea más difícil de conocer y reconocer. Vienen de tantos sitios, son de tantos tamaños y dependen de circunstancias tan diferentes que más que txuletas parecen personas. Y luego está la forma de hacerlas. Cuando se inventó la frase de “cada maestrillo…” debió ser para los asadores.
Ayer pude disfrutar en Casa Nicolás de Tolosa, pero seguro que llevo a alguien para comerse una gran txuleta y no sale igual, o él o yo nos desilusionamos.
Así que en la txuleta se impone el DEPENDE del día que tenga el buey o la vaca, del día que tenga el asador y del día que tengas tu.
Pasarlo bien.