La costumbre de pedir un “cavita” a los postres viene de lejos. Antiguamente los cavas hacían lo que podían con su calidad y había mucho disfraz entre seco, semi seco e, incluso, dulce. Un buen chute de azúcar al líquido podía enmascarar muchas imperfecciones y, además, el postre era un buen momento para darle al cava y a la celebración.
Con el paso del tiempo llegó la calidad de la uva, de las levaduras y del trabajo en bodega, llegó el Brut y el Brut Nature y aunque el cava se puso en otra división siguió sacándose al final de las comidas, junto con el postre al grito de “un cavita”.
Hoy en día hay grandes cavistas que se dedican a recuperar la tradición y que con una gran nostalgia hacen cavas dulces para el postre, incluso hay quien te cuenta que en su casa, su madre les pide que hagan esos cavas porque los recuerdan de jóvenes.
Yo voy a recomendar uno que me ha impresionado hace bien poco. Parxet Cuvee Dessert, con ese nombre no hay duda de dónde lo quieren posicionar, es un cava rosado hecho con la uva pinot noir, tiene un gusto muy afrutado y entra ligero y, evidentemente, dulce. En este caso lo dulce no tiene nada que ver con disfrazar la calidad. En torno a los 10 euros es muy recomendable y seguro que sorprende al final de una comida.
Ustedes pueden tomar los cavas según y cómo les apetezcan, pero esta es una recomendación después de probar mucho. Hay un sitio para cada cosa y cada cosa debe estar en su sitio. Si quieren cava al final de una comida y en medio de los postres prueben con este.