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Iñigo Galatas

Sopa de ganso

La milla de oro incluye el Andra Mari

Se le ha dado en llamar “la milla de oro (del vino)” a la acera de la calle Zabaleta que va desde la tienda Essencia hasta el Mil Catas con El Lagar en medio. Pero en ese recorrido es habitual olvidar el bar que lleva más años haciendo las cosas bien en la zona. Se trata del Andra Mari de David Garrancho.


Hacía tiempo que no iba por allí a pesar de que siempre me ha parecido que David es un hombre serio, con una cocina que le representa perfectamente. He vuelto y me he llevado una sorpresa. En voz baja, discretamente como le gusta a él hacer las cosas ha sabido adaptarse perfectamente a sus vecinos creando un espacio que completa el triángulo formado por El Lagar y Mil Catas. Ha hecho su pizarra de vino que renueva con cierta regularidad, ha instalado una máquina dispensadora de vinos (antes incluso de que lo hiciera El Lagar), esa máquina tan cara que creíamos que nadie más iba a colocar después de que lo hiciera el Gandarias como novedad y que ahora es símbolo de que el local sabe cuidar el vino. Los platos que tiene son un equilibrio casi perfecto entre cocina tradicional (callos al modo de la abuela) y una cocina más creativa, tiene una jefa de cocina argentina y se nota su mano en algunos pintxos de fusión (algunos mejor que otros) y el servicio es muy amable y profesional.


No me extraña que el día que estuve era imposible conseguir mesa en un comedor abarrotado (el de arriba) y en el otro había que hacer cola para poder sentarse.


A veces olvidado porque hay que cruzar la calle y la acera no es tan cómoda como la de los otros pero merece la pena descubrirlo.

gastronomia, restaurantes, vinos, recetas

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