Ha tenido que venir un danés para revolucionar la forma en que bebemos el vino. Entre un tal Larsen (Ronald Larsen) y un tal Kolding (Klaus Kolding) han inventado un aparatito que no mide más de 15 cms. y que, colocado en la botella de vino, cambia totalmente los conceptos que tenemos del vino. Llevo probándolo un tiempo con todo tipo de vinos, caros, baratos, tintos y blancos y es todo un invento.
Se llama SPINWINE y como se ve en el vídeo adjunto, es como una parabólica que encaja fácilmente en cualquier botella, cuando pasa el vino hace una trayectoria en espiral hasta que cae en la copa. Pues ese recorrido tan corto y tan extraño hace que, en primer lugar, el vino tenga una textura más sedosa, los aromas despierten con mayor profusión y en boca todas las características resaltan con nitidez. Ellos usan la palabra “optimizar las características del vino. Puede hacer las veces de un decantador en cuestión de segundos. Los vinos buenos mejoran, los vinos mediocres se quedan como están y los vinos malos se quedan planos, sin ninguna duda, ya no queda esa parte que utilizan muchos sumilleres en el que dicen “este vino estará mejor en cuanto se abra un poco.” Con este aparato si no hay vino, nunca lo habrá.
Dura y dura y dura, cuidándolo un poco (agua después de cada uso y nada de lavavajillas) no tiene fecha de caducidad. Lo peor, el precio, el aparatito en cuestión cuesta unos 60 euros en las tiendas del ramo. Ya lo ha recomendado Wine Spectator y la de Parker así que en los E.E.U.U. los están vendiendo a miles. Y más de un restaurante que se precie lo coloca en los vinos de más nivel, también hay quien se lo lleva de casa. Se hará algún día aquí porque es el nuevo “gadget” del vino. Por cierto, no sirve como un “drop wine”, el vino cae a chorros y te pone perdido el mantel si no tienes cuidado
Dentro de unos días lo probaremos en una cata abierta para sacar más conclusiones, pero, de entrada, sorprende y deja boquiabiertos a los más profesionales.