Si te gusta la cocina (y el vino) esta es la película que no te puedes perder. Cuando sales de una película y tienes ganas de ponerte a cocinar (como cuando sales de una película de Fred Astaire y tienes ganas de bailar – soy mayor) sabes que la película te ha cautivado la película está bien.
Julie Powell es una joven que buscó un sentido a su vida a través de la cocina y eligió el libro de recetas de Julia Child. Decidió hacer una receta al día hasta agotar el libro (524 recetas) y, además escribir un blog con la experiencia.
Julia Child fue una mujer que buscó una manera de darle sentido a su vida cuando a su marido le destinaron a París a finales de los 40 y lo encontró a través de la cocina. Con el tiempo escribió un libro de cocina francesa que introdujo esa cocina a los americanos y se convirtió en el libro de recetas que había que tener en casa. Una especie de Simone Ortega a la americana. Además de eso tuvo la suerte de conectar con el gran público americano a través de su programa de televisión. No es que fuera una gran cocinera, pero era natural y despreocupada y no le daba demasiada importancia a las cosas. Su voz (no la del doblaje), su actitud y su vocabulario claro y directo fueron las claves de su éxito.
Nora Ephron es la gran guionista capaz de coger una historia y ponértela en bandeja para que disfrutes, si hay que reir se ríe y si hay que llorar se llora. Además, como clava los personajes femeninos esta historia le sale perfecta. Como siempre, hace historias de amor perfectas y esta es una historia de amor porque la cocina siempre es un acto de amor.
Hay mucha mantequilla (sólo hay mantequilla), hay mucho Dry Martini, hay mucho vino, hay mucho cigarrito y Julia Childs vivió llena de vida hasta los 92 años.