Veamos los antecedentes. Juan Carlos López de la Calle es un genio en sí mismo en el mundo del vino. En su día creó Artadi. Apostó por la tempranillo inconfundible, auténtica y racial y ganó. Triunfó con todos sus vinos hasta tal punto que lo que empezó siendo un vino “bueno, qué rico y qué bien está de precio” pasó a ser “este es un noventa y tantos puntos Parker y no tienes dinero para pagarlo.” Es así porque la familia ha creído en los viñedos desde el primer momento, ha creído en lo que da la tierra, ha creído que lo que ha existido desde el principio de los tiempos es algo que no se debe despreciar y que es lo único que se debe tener en cuenta para hacer un gran vino. Y así es como hacen un gran vino.
Pero Rioja se les quedaba pequeña y pensaron que Navarra era su extensión más razonable, así que se fueron hacia Navarra, y se encontraron en Artazu con una tierras que tenían unas garnachas centenarias. ¿Qué más quería la familia López de la Calle? Una variedad local, arraigada a la tierra, esperando que alguien hiciera el bien para sacar adelante el vino. Y aquí está el vino: Artazuri 09. ¿Y qué puede salir de una garnacha?
De la garnacha salen muchas cosas intensas, gruesas y empalagosas, pero si la garnacha está bien hecha, salen frutas, muchas frutas rojas y ricas, sale mucha frescura, si se le da lo justo en madera salen tostados muy finos y elegantes y aparece un vino largo y divertido. Este vino está hecho por la familia López de la Calle, creen en la variedad y en la verdad y aquí está un vino auténtico, una garnacha pura, fresca y larga, ¿que cómo se sabe? Es fácil: pasa el tiempo y aun te queda en la boca la fruta roja y madura. Este es uno de los vinos de los que puedes decir que es “vino de verdad” con los que puedes divertirte estés con quien estés. No se si tiene larga vida, pero tiene una gran vida detrás de cada botella. Y sí, tiene tapón de rosca.
Blog escrito escuchando: Cyindi Lauper – Memphis Blues