En esas estábamos cuando cayó por aquí Pepe Raventós, de familia de rancio abolengo, perdón por lo de rancio, quizás deba quedarse solamente en abolengo, pero es que la frase es así y no tiene que ver con el vino sino con el linaje. De rancio abolengo porque al fin y al cabo fue un antepasado suyo el que decidió marchar a Francia para aprender a hacer vinos con burbujas, quizás porque, al igual que los franceses, había que salvar un vino blanco infumable, lo consiguieron e hicieron algo diferente. Aquel Raventós en concreto fundo una bodeguita que, con el paso del tiempo, se hizo famosa, Codorniú dicen que se llama. Luego otro Raventós, que era gran jefe de la bodega, decidió poner viñedos de por medio para seguir en su empeño de que con aquellas uvas se podía hacer algo mejor. Y lo hizo. Y la tercer o cuarta generación ahora se encarga de seguir con la trayectoria y de demostrar al mundo entero que el cava es un producto que merece el mayor de los respetos.
Así que Pepe Raventós se sienta en una mesa y decide poner su cava en cata a ciegas junto a champagnes de gran renombre, junto a un champagne que ronda los 300 euros, y hay sonrisas, y hay escepticismo, y hay pataditas por debajo de la mesa y hay guiños como diciendo “a dónde va este con ese vino.” Pues se rió de todos nosotros. Hubo incluso quien no supo distinguir un champagne de un cava, pero eso no es lo importante, lo importante es que el cava fue cava y se distinguió por sus propia personalidad, porque dijo más de lo que se esperaba, porque está hecho con tres variedades únicas que crecen y se comportan de una manera única y hay una serie de viticultores y bodegueros que están empeñados en hacer las cosas de una manera diferente para demostrar que sí, que aquí hay producto para disfrutar, para pasarlo bien, para beber de lujo, para encontrar todas, absolutamente todas, las complejidades que se buscan en un gran vino, que aquí hay materia para rato y que quien no quiera entenderlo que pregunte por un Manuel Raventós del 2001 o que pregunte por otros Raventós más fáciles de encontrar. Yo no me meto a describir lo indescriptible porque ¿cómo se describe una sensación tan diferente?
Blog escrito escuchando: Rumer – Seasons Of My Soul