Se ha abierto en San Sebastián una segunda tienda de Chocolat Factory en el Mercado de San Martín (el primero en Sancho el Sabio esq. Azpeitia) lo que es una buena señal. Digamos que el asunto es la idea de un Arquitecto (a veces incluso se les puede indultar) belga que se decidió a crear un concepto nuevo en torno al chocolate de su pais. Y acertó, porque el chocolate es bueno, muy bueno y los diseños le añaden un toque diferente. Y si no quieres pagar por los diseños tan diferentes siempre tienes a mano lo normal, las tabletas y el chocolate en polvo (yo ya he dejado el Van Hutten y me he tirado a este).
Pero lo normal es que siempre encuentres algo que te hace sonreir. Y en estos tiempos que corren, en un mercado, tratándose de chocolate, siempre es un placer poder disfrutar desde el momento en que empiezas a comprar hasta el momento en que regalas lo que has comprado.
Y con esto añadimos un quinto elemento al enigma belga: Tintín, Simenon, Brel, mejillones con patatas y ahora el fantástico chocolate. Y, además, salvamos a Michel Laline, creador de toda esta historia, de la quema, porque un arquitecto que se dedica al chocolate aún tiene posibilidades de entrar en el reino de los gastrónomos.