Leo un artículo en el que me intentan convencer que deje de comer carne. Hablan de más de siete motivos que se resumen en que tengo el 13% más de posibilidades de morir por comer carne. Que si clembuterol, que si esteroides, pesticidas y no sé cuántas historias para no dormir.
Ayer conocí a un hombre enamorado de la gastronomía como pocos. Cría carne de wagyu y lo hace aquí al lado (Hondarribia) y lo hace con tanto empeño, con tanto cuidado, tanta limpieza que puedes pensar que los cría para tenerlos como mascotas más que por su carne. Y el sacrificio se hace con tanto respeto que estás seguro que la vaca es capaz de entender por qué ha venido a este mundo.
Entender la gastronomía y estar enamorado del producto como lo está es lo que lleva a la gente a pasarlo bien, a hablar en conversaciones inteligentes, a contar una vida llena de anécdotas, viajes y energía. A disfrutar como nadie de lo que le rodea.
Yo no sé si comer carne me llevará a ese punto de tener un 13% más de posibilidades de morir, pero de lo que sí estoy seguro es que prefieroo vivir conociendo a gente como esa que estar aburrido en casa. Y cada vez lo tengo más claro, la gastronomía sólo se explica por la gente fantástica que conoces a su alrededor y si tuviera que explicar la gastronomía diría que es Martín Aramburu.