Nunca hubiera sospechado que me iba a encontrar con algo tan diferente. De hecho hace un par de años casi no habíamos oído hablar de la garnacha tintorera y hoy forma parte de algunos de los vinos más interesantes y originales que se pueden encontrar en el mercado. Curiosa uva que se encuentra únicamente en España y a la que nadie hacía caso hasta que alguien se dio cuenta de que esas cepas prefiloxéricas que daban tan poco rendimiento resulta que eran muy especiales, daban vinos que eran tremendamente diferentes, de esos que te dejan clavado al asiento, de esos que te apetece recomendar porque sabes que vas a ver caras de sorpresa.
En este caso concreto quienes se dieron cuenta del detalle fueron los señores de Orowines que es un proyecto muy especial formado fundamentalmente, por la familia Gil (vinateros de Jumilla), por Jorge Ordoñez el gran importador americano de vinos españoles y Frank Gonzales, el enólogo Australiano de origen español que se encarga d la parte técnica y algunos locos más que dedican a hacer vinos que merecen la pena conocer por toda España. Y vieron las cepas en Almansa (Albacete), y para hacer honor a esa zona donde lo mediterráneo se une a lo castellano, han decidido incluir en el coupage de este vino algo de monastrell y han dado en el clavo con un vino que no hay quien lo enmarque.
¿Por qué es diferente? Para empezar porque la tintorera no tiene absolutamente nada que ver con la garnacha navarra o aragonesa que conocemos, esta es mucho más fina, mucho más elegante y después de unos segundos el vino empieza a abrirse,m al principio parece un zumo de uvas y al final se complica con toques de regaliz y ahumados que te deja sin entender nada. Este vino no es para comer, es para disfrutar. Es más mi recomendación sería abrirlo al principio de la comida para disfrutarlo al final, para la tertulia. Llévalo a la próxima cena de amigos y verás las caras de satisfacción. Lo mejor es que te costará en torno a los 12 euros (Lukas San Sebastián).
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