Tengo que decir que estoy enamorado, muy enamorado, más aún, diría que hechizado por los vinos de Jerez. Sólo mencionarlos y se me hace la boca agua porque te viene a la memoria no sólo los grandes momentos que has pasado con ellos, sino los aromas, la consistencia de los sabores, el nivel de unos vinos únicos que siempre se mantienen, una calidad sobresaliente que te encuentras en todas las marcas y una regularidad año tras año. Es una joya de la humanidad hecha por el hombre, no sé si fruto de la casualidad o porque sabían que se podía hacer un gran vino con unas condiciones tan especiales, solo sé que un imperio (al menos comercial ) se hizo con estos vinos y que algo de magia deben tener.
Entre las grandes marcas está Fernando de Castilla, quizás no sea de las más oídas porque es una bodega pequeña, casi artesana, pero como todas las bodegas, llena de historia y, lo más importante, llena de criaderas y soleras, de botas viejas entre las que pasean los muchachos del equipo Navazos sabiendo que algunas de esas botas contienen algunos de los mejores vinos de todo Jerez.
De esas soleras sale este Fino Fernando de Castilla, el normal, el sencillo (tienen otro superior en una colección que se llama Antique) y puedo decir que si alguien quiere entrar de lleno en el mundo del Jerez con una buena copa en la mano para saber exactamente cómo tiene que saber un vino de estos, este sería un ejemplo perfecto. Aquí está todo en la copa, los frutos secos, las almendras y en boca no sólo la mineralidad sino también la ligera salinidad. Este es uno de los más grandes con los que más puedes disfrutar incluso durante toda una comida, yo lo he hecho y se disfruta mucho. Y lo mejor, quizás incluso insultante para estas bodegas con un vino único, es el precio que una joya semejante, un tesoro de la humanidad cueste menos de 10 euros es una auténtica vergüenza pero mejor nos lo callamos, que no se enteren y así seguimos disfrutando con estos vinos.
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