No hacen falta grandes máquinas ni complicadas esferificaciones para hacer una cocina creativa. A veces ni siquiera hace falta tecnología ni irte a hasta la conchinchina para sacar adelante un nuevo plato. Sólo hace falta un momento “eureka”, el momento en elque piensas que te ha salido una buena idea y luego, lógicamente, está el probar y probar hasta que consigues sacar adelante lo que has pensado.

Por eso algunos de los platos más emblemáticos nacen de la sencillez que te rodea. Michel Bras con su ensalada o Andoni Luis con sus flores. Algunos de los primeros platos de inspiración de El Bulli. Bastaba un paseo por la zona, bastaba con mirar a tu alrededor para saber lo que quieres crear. Y no olvidemos que algunos de esos platos emblemáticos han servido como base y fundamento de todo un desarrollo posterior y no porque hayan servido de inspiración, sino porque con esos platos los cocineros de verdad s ehan dado cuenta de que la creatividad surge de una reflexión pero en torno a la sencillez.

Por eso cuando te encuentras con un plato tan simple como un apionabo con mejillones y te da tantas satisfacciones sabes que estás en un momento “eureka”. Apionabo es simple, que ni es apio ni es nabo pero que tiene un sabor muy particular que va de vegetal a herbáceo y una textura crujiente muy atractiva gracias a que se corta en láminas finas. El mejillón hecho a la manera más tradicional que conocemos para que conserve todo su sabor. El monte con el hinojo y el yodo del mar. Con el agua que suelta el mejillón se hace una emulsión, una vinagreta que se acerca a una mahonesa porque es ligeramente más espesa con un primer golpe de aceite de oliva que te envuelve y un toque final, muy al final y muy ligero de picante gracias al tabasco que te recuerda al mejillón tigre. Y la presentación: una ramillete de flores que te colocan en la mesa.

Sencillo, refrescante, sabroso y hasta dietético si quieres.

Apio nabo con mejillones es un plato de Rubén Trioncado del nuevo menú de El Mirador de Ulía.

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