De entrada habrá que explicar que la Michelín no regala las estrellas. Ni siquiera tienen un puñado de estrellas en un cajón y se ven en la obligación de darlas (no así un listado en la que se ven obligados a tener un primero, segundo, tercero, etc…), la Michelín podría no tener un solo restaurante de tres estrellas y seguiría siendo la Michelín.
Y ni siquiera los clamores populares les influyen para dar los galardones o no. Es como si el clamor popular de que Alonso ganara el mundial se convirtiera en desilusión porque no la gane, o que nos levantemos la semana que viene diciendo aquello de: “la Real debe ganar la eliminatoria al Córdoba” y si no la gana nos quejemos. Los partidos hay que jugarlos, hay que tener en cuenta la suerte, el árbitro, el campo, el tiempo, el acierto…
La Michelín tiene sus inspectores, tienen un criterio claro, pasan más de una vez por algunos restaurantes y no pueden pasar por todos los puntuables todos los años.
Dicho esto, sigue siendo una vergüenza que Fagollaga, Xarma, Zuberoa, Alameda o Mugaritz no se hayan movido un paso más. Ni se entiende ni se explica. Y en Madrid siguen quejándose por ser la única capital europea (entiéndase, de un pais con importancia gastronómica) sin un tres estrellas, aunque ese tres estrellas, que se lo merece sin lugar a dudas, sea de nombre tan castizo como Sant Celoni.
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