Me sigue dando pudor cada vez que oigo decir que la asignatura pendiente de Rioja son los blancos. Lo digo porque somos algunos los afortunados que saben disfrutar con un Gran Reserva Blanco de Tondonia, ese vino casi perfecto, considerado un blanco tan de otra galaxia que nadie lo clasifica porque siempre dejaría en ridículo a todo vino que se pusiera a su lado.
Estando asi las cosas los iRekonductibles nos fuimos al Kaia, que si Rekondo es la catedral, el Kaia es una basílica de la cosa del vino que, además, celebra su cincuentenario. Así que allá nos fuimos con una de las bodegas a las que más respeto se le tiene y que es Abadía Retuerta. Respeto porque tiene a uno de los enólogos más reconocidos, no ya en la Ribera del Duero, sino en el mundo mundial, que se llama Angel Anocibar. Lo único que le falta es historia porque la bodega es relativamente joven y pasó un tiempo hasta que se aclararon con los vinos que querían hacer.
Pero para eso estamos nosotros para pasar la reválida, para saber cómo están esas cosas que en su día se hicieron con estilo, con un toque francés a pesar de estar en la Ribera, con la sabiduría de un grande de la enología, con la paciencia de saber que nadie te agobia, hacer vino disfrutando. Y así están los Abadía Retuertas más mayores.
Alvaro Pérez nos trajo el primer Negralada del año 96, probamos el primer blanco que hicieron de prueba y que deben etiquetar ahora de lo bueno que está, y probamos alguna cosa curiosa y lo moderno y reafirmamos lo que ya sabíamos: Abadía Retuerta está entre las más grandes y Angel es un monstruo.
Y todo eso con otros amigos en forma de Viña Real (85 y 87), Pomal (83), Viña Albina (81), Rioja Alta (68) y la joya blanca de Tondonia (64). Todos en perfecto estado de revista como corresponde a esa casa, que aún no sabemos la suerte que tenemos con la familia Arregi y la pasión que le ha puesto Igor.
En twitter: @guiabuenamesa