Me gusta el vino de Jerez. Lo adoro y cada día más. Además me gusta todo lo que se mueve bajo la marca de “vino de Jerez” porque me parece que es un vino hecho con dignidad, con honradez y con mucha transparencia. Aunque es cierto que con el tiempo he aprendido a querer unos vinos por delante de otros, he aprendido que hay diferencias y me gustaría que todo el mundo supiera reconocer esas diferencias. Lo hablaba hace bien poco con ese profesor de cata que es Dani Corman (y que ahora ha sacado un máster en vinos de Jerez) que me decía: “cuando le enseñas a la gente a apreciar las cosas buenas, cuando les pones una cosa al lado de otra, todo el mundo sabe apreciar lo bueno y lo excelente..”

Tuve la suerte de conocer a los fundadores del Equipo Navazos, tuve la suerte de conocer las primeras botellas que sacaron, supuestamente para un grupo de amigos, tuve la suerte de ser considerado amigo y pude probar esas primeras botas mágicas, esas botas que te transformaban, que te hacían mejor persona, esas botas que te transportaban a la perfección.

Equipo Navazos es un proyecto de unos locos de los vinos de Jerez que van por las bodegas más reconocidas de la localidad para descubrir botas (barricas) olvidadas que contienen joyas únicas, las compran, las embotellan y las ponen en el mercado para poder descubrir un nuevo mundo. Finos, manzanillas, amontillados, olorosos, palo cortados, pedro ximenez o creams que han puesto en nuestras manos para que conozcamos la perfección.

La botella que traigo hoy aquí es la Nº 27 de Fino. Sin tonterías, no voy a hablar de frutos secos, ni de mineralidad, ni de flores secas, ni de hierbas. Este vino es para descubrirlo porque te cambia toda la perspectiva del mundo del vino. Se puede encontrar en Essencia en San Sebastián, no es barato, pero a cambio se puede encontrar (si no este mismo sí algún otro) por copas. Para disfrutar.

En twitter: @guiabuenamesa